LOS ÁNGELES.— A las 12 de la tarde más 15 minutos, Michael Jackson fue inmortalizado. “Es oficial —gritó un locutor mientras los tres hijos del cantante miraban la imagen de su padre colgando en la fachada del Teatro Chino de Hollywood—, se pueden ir a casa tranquillos porque Michael ya es inmortal”. En ese momento, unas 4 mil manos se alzaron hacia el cielo para celebrar que Michael ya es “eterno” a través de las huellas de su guante y su zapato que se moldearon en cemento durante la ceremonia en el Paseo de la Fama de Hollywood.
“Es que yo conocí a su familia”, dice Chris Jackson ayer al explicar las lágrimas que soltó cuando Paris, Prince y Blanket subieron al escenario montado frente al Teatro Chino para plasmar sus manos junto al guante y zapato de Michael. Y Chris muestra como prueba de su liga con los Jackson un correo electrónico guardado en su iPhone y firmado por un “Rey del Pop” que dice: Ojalá desayunemos un día de éstos.
“Eso fue semanas antes de su muerte”, asegura el joven que, por cierto, no se apellida Jackson, pero que desde la muerte del cantante decidió no sólo cambiarse apellido, sino también convertirse en su doble, aunque con algunas variantes de vestuario.
Por ejemplo, en lugar de diamantes, el guante de Chris tiene lentejuelas plateadas pegadas con resistol blanco y en vez de estoperoles, clavó tachuelas en un viejo saco negro. “Eres igual a Michael en el video de ‘Dangerous’”, le dicen los fans que lo ven pasar.
La estafeta
En el fondo, un cartel enorme de Michael Jackson. Unos metros a su derecha, un Michael Jackson de cera tamaño natural. Enfrente, cientos de fotografías, pendones, discos y playeras de Michael Jackson. Y en medio, cantando “Rockin’ Robin”, apareció Justin Bieber, ídolo de adolescentes anónimas y famosas. Entre estas últimas se cuenta, por cierto, a Paris, quien tomó el micrófono para presentarlo.
a ceremonia comenzó a las 11:30, hora de Los Ángeles. En ese momento, unos mil fans de Michael Jackson estaban formados en la calle de La Brea y soportando el usual sofocante sol angelino de enero. Además de cuatro Michael Jackson blancos y dos negros, en la fila eran notorias mujeres adultas que narraban a cuanta cámara de televisión se les acercaba, que ellas habían visto a Michael en el Stapless Center en el 98, que habían seguido su Victory Tour en el 84 y que ahora traían a sus hijas (y mostraban a sus hijas a la cámara) para que siguieran la tradición de ser fans del Rey del Pop
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