El País Digital (MATIAS CASTRO)
Hace pocos días escuché la historia de una persona que debió lidiar con la muerte de su madre y con la sucesión correspondiente. El otro hijo estaba fuera del país y apenas llamó una vez al celular de su hermano, que estaba ocupándose de todo. La pregunta que le hizo era digna de película: quería saber si había heredado algo. Como no había heredado nada, la llamada fue muy breve y fue una de las últimas que le hizo a su hermano.
Historias así no son infrecuentes y hablan de cómo la muerte de alguien puede revelar qué sienten realmente y cómo son los que lo rodean. Y cuando casos de este tipo se dan entre gente de fama mundial, se vuelven más que interesantes. Como se ha visto a lo largo del último año y medio, el caso de Michael Jackson es terriblemente interesante desde ese punto de vista. ¿Quién se ocupó de cuidar a los hijos del cantante? La madre de él. ¿Quiénes se disputaron la autoridad para poder administrar la herencia y las ganancias de su obra? Casi toda la familia. Las aguas entre ellos más o menos se han aquietado después de todo este tiempo, al menos así lo parece. Por otra parte está el caso del médico de Jackson, quien muy probablemente vaya a la cárcel por homicidio involuntario, ya que se pasó con la dosis del sedante brutal que le aplicaba periódicamente.
Lo que dejó Jackson ha merecido una pelea con uñas y dientes. Su familia demandó a un sitio web que tenía a la venta un libro escrito por su madre, Katherine Jackson, en el que cuenta memorias de su hijo. Nada de eso era legal, así que lo que Katherine y sus abogados quieren es que las ganancias del sitio, donde también se venden ilícitamente otros materiales de Jackson, vayan a parar a sus arcas.
En marzo Katherine y una empresa sacarán a la venta el primer perfume con la marca Michael Jackson. Como en todo esto, ellos bien podrán decir que se trata de respetar la memoria y el legado de su hijo, pero en realidad es todo parte del mismo afán de lucro.
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