Una cita con el destino
¿Dónde estaba yo cuando Michael Jackson murió?
Estaba en el mismo supermercado Gelson donde Michael y yo solíamos encontrarnos
cuando él era joven.
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La última vez que había hablado con él fue en el
Hotel Beverly Hilton, unos tres años antes. Michael estaba saliendo de una
reunión con un grupo de hombres de negocios. Michael se acercó y me abrazó y
dijo, “Hola, ¿cómo te va?”
Le dije, “Estoy bien. ¿Cómo estás tú? Te veo
maravilloso.”
Le pellizqué en la mejilla.
Me dijo, “Bueno, estoy en una reunión con estos
señores para ir a Japón otra vez. Están planeando un festival allí y querrían
que actuara.” Eso fue todo, y entonces me dijo adiós mientras corría
rápidamente hacia la limo.
Esa fue la última vez que vi a Michael Jackson.
Naturalmente, me preguntaba cómo lo pasaba en Neverland, pero nunca tuve la
oportunidad de preguntárselo.
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El día en que falleció, yo estaba comprando en
Gelson y me dirigí hacia un publicista del espectáculo amigo mío. Nos paramos
en la floristería y empezamos a hablar. Su madre se había mudado a una casa
nueva que él le había comprado y le estaba comprando flores en Gelson.
De repente recibió un mensaje de texto de alguien
de UCLA. Le habían informado que Michael Jackson había fallecido. Se volvió y
me contó las noticias.
Oh, me quedé tan aturdida. Casi me desmayé y empecé
a caer hacia adelante. Estaba tan alterada que empecé a gritar mientras él me
sujetó para que no me cayera. Entonces corrí inmediatamente al teléfono,
pregunté al gerente si podía usarlo para llamar a mi hijo. Él solía jugar con
los hermanos Jackson en su casa cuando eran mucho más jóvenes, y pensé que
querría saberlo.
Entonces el gerente empezó a contárselo a todo el
mundo en el supermercado.
Compré una tarjeta y escribí una nota de pésame
para la familia Jackson, compré tres grandes bouquets de flores blancas y corrí
hacia la casa a dejar la tarjeta en el buzón. Había ya unos 24 fotógrafos y 20
camiones de prensa allí, esperando a los otros miembros de la familia Jackson
que llegaban del Hospital de Los Ángeles.
Fue espantoso y muy desconcertante. Fue una trágica
pérdida. Estuve profundamente apenada durante varias semanas, sintiendo una
gran empatía por Katherine, Joe y los tres hijos de Michael.
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Cuando estaba en Gelson, el día, hora y minuto en
que el publicista me había dicho que Michael Jackson acababa de morir, sentí
como un frio dedo me golpeaba en el hombro, igual que cuando él jugaba al
escondite conmigo.
En realidad, era la voz de Michael la que
escuchaba.
“Hola Gloria, solo vine a decirte adiós.”
Es como si pudiera escuchar sus palabras y su voz
en mi mente diciéndome adiós en el supermercado Gelson.
Eso es lo que creí que había pasado, y sentí un
helado escalofrío recorriendo mi espina dorsal. Por eso casi me desmayé. Quería
explicar lo cerca que me sentía de él. Estoy tan apenada de que se haya
marchado.
Michael Jackson fue una persona muy importante en
mi vida y verdaderamente creo que vino a decirme adiós el día que falleció.
Cuando pienso en Michael, se que está mirando desde
el cielo, donde está bailando y cantando para siempre en los arcoiris de Dios.
Hay muchas historias de esperanza e inspiración jamás antes contadas que podría
compartir con vosotros. Sus intenciones fueron convertir Neverland en un
paraíso para todos los niños del mundo, y su espíritu vivirá allí para siempre
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