Michael Jackson era adicto al Red Bull y a pesar de ello se quejaba de no poder conciliar el sueño en muchas ocasiones, lo que derivó en que pidiera todo tipo de sedantes para poder dormir, según pudo saber el jurado en el caso sobre la muerte del cantante, de boca de Cherilyn Lee, una enfermera que acudió a la mansión del 'rey del pop' meses antes de su muerte para ayudarle con sus problemas de salud.
De acuerdo a Lee, "Jackson estaba consumiendo tantas bebidas con altos niveles de cafeína, que pensé que ese podía ser uno de sus problemas", aseguró. "Le gustaba beber Red Bull. Pero estaba teniendo problemas para dormir y me dijo que haría cualquier cosa que le aconsejase".
De esa forma, Lee comenzó a administrarle un tratamiento intravenoso de vitaminas para poder conciliar el sueño, uno que aparentemente dio resultado. Sin embargo, la defensa de Conrad Murray, el principal acusado en la muerte de Jackson, esperaba que la enfermera testifcara sobre la adicción del cantante al propofol que le acabó costando la vida.
Esa confirmación salió de las declaraciones del doctor Alan Metzger, que trató a Jackson durante casi dos décadas. Según el galeno, el intérprete de "Thriller" tenía muchos problemas para conciliar el sueño, especialmente después de los conciertos, por lo que pidió una medicina intravenosa para poder dormir que resultó ser el propofol, un tipo de anestesia que Metzger se negó a inyectarle fuera de un hospital.
"Jackson no creía que ninguna medicina de tipo oral le fuera a hacer efecto. Quería algún tipo de anestesia", señaló el médico.
El cantante de "Thriller" falleció de una sobredosis de propofol y sedantes en junio del 2009.
Los fiscales aseguran que Murray fue negligente con el tratamiento. En tanto, sus abogados creen que Jackson se dio a sí mismo la dosis fatal que causó su muerte, y no el médico, que se declaró no culpable y enfrenta hasta cuatro años de prisión si es hallado culpable.
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