Tierno relato de un amigo hasta el final



Publicado en agosto de 1992 por Signet Publishing Company.
Ryan comenzó a escribir muy pronto sobre su vida, cuando el impacto de su enfermedad [SIDA] fue demasiado duro, Ann Marie Cunningham tomó el relevo. 

“… Íbamos a restaurantes y la gente se levantaba y se marchaba porque no querían sentarse a mi lado. Incluso en la iglesia nadie quería darme la mano.
El pánico se extendió por toda la ciudad. Muchas veces, los niños se pegaban a la pared cuando pasaba por su lado… Cuando finalmente volví a clase, después de que un juez dictaminara contra la escuela, un montón de mala gente todavía quería que me fuera.
…El SIDA puede destruir a una familia si le dejas, pero afortunadamente para mi hermana y para mí, mamá nos enseñó a seguir adelante. Ella decía: “No te rindas, siéntete orgulloso de quien eres y nunca sientas lástima de ti mismo”.
El día que Michael Jackson me llamó, ¡guau! No sabía por qué, excepto quizás porque era de Indiana también. Estaba en su coche, dijo.
“Si te pierdo, te vuelvo a llamar”, me dijo.
Y le conté lo que estaba haciendo, qué películas había visto, cómo era la escuela, que John y yo habíamos estado de tiendas buscando un equipo estéreo.. Le dije que estaba escuchando sus discos.
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Phone Call Between Michael Jackson & Ryan White (June 26,1989) Exclusive - YouTube

“Man in the Mirror” es la que más me gustaba. Michael no es excéntrico ni extraño, como se puede leer en los diarios que se compran en el supermercado. Es muy calmado y tranquilo. A veces se toma su tiempo para decir las cosas. Es amable y pacífico. Fue un buen nuevo amigo para mí. “La próxima vez que vengas a LA, nos veremos y lo pasaremos bien”, me dijo. Bien, no podía esperar.

…El día que pasamos con Michael, nos recogió una limusina a mí, a mamá, a Andrea y a Heather muy temprano en nuestro hotel. Cuando subimos nos dijeron que no podíamos llevar cámaras porque no estaba permitido tomar fotos. Unas tres horas más tarde, sobre las 10 de la mañana, llegamos a la entrada de Neverland, el rancho de Michael.

Michael llevaba pantalones negros, una chaqueta roja y negra y sombrero negro. Siempre llevaba mis colores favoritos. Nos enseñó la casa principal. Como yo, su sueño era tener hijos, así que la casa tenía un dormitorio para un niño y otro para una niña, además de una habitación de juegos con toda clase de juguetes y objetos, incluso una miniatura de un tio vivo.

En el almuerzo –pollo, maíz y tarta de calabaza- conocimos a los monos de Michael. El más famoso, Bubbles, no estaba allí, pero los demás compensaron su ausencia. Todos llevaban pañales y camisetas de diferentes colores. Tenían sus propios cuidadores e iban todos los días a la escuela para aprender buenas maneras. ¡Y estaban bien educados! Saltaron a nuestro alrededor y jugaron con los cordones de nuestros zapatos mientras comimos. De vez en cuando, Michael les daba de comer. No quería despedirme de ellos.

Me sentía muy a gusto junto a Michael porque podía ver que era tan tímido como yo. Me parecía una persona normal. Me podía relajar de verdad con él.

…En la comida había zumo y Pepsi. Mamá preguntó si había Coca Cola. Después recordó el anuncio de Michael para Pepsi. Pensó que había metido la pata. Michael sonrió, se dio cuenta de lo que estaba pensando. Dijo que mamá era como su madre. Entonces mamá reunió el valor para preguntar una de esas preguntas que hacen las madres. “Michael”, dijo, “¿Es verdad que duermes en una cámara de oxígeno?”. Eso era una cosa que los tabloides habían dicho de él.

Michael se rió. “No, Jeanne”, dijo, “Ya sabes todas esas cosas que han estado escribiendo sobre Ryan y sobre ti”.
“Oh cielos”, dijo mamá, “Entiendo”.
… Después de comer, Michael me preguntó si me gustaría dar una vuelta por el rancho en su cuatro ruedas. “¡¡Si!!”, dije. Andrea fue a probar el trampolín y Heather y mamá fueron a probar el jacuzzi que tenía pantalla de vídeo a un lado. 
Michael y yo nos fuimos por los caminos del rancho. Yo conducía y él iba detrás. Arranqué y Michael gritó: “¡Más despacio, Ryan!”. Después de unas millas me preguntó si podría encontrar el camino de vuelta a casa.
“Claro”, dije. Tenía algunos puntos de referencia.
“¡Bien por ti!”, dijo Michael. “¡Pero déjame conducir a mí!”

…Cuando nos reunimos con mamá y las chicas se estaba haciendo tarde. Teníamos pizza casera para cenar y después llegó la hora de volver a LA. Le dije a Michael que me gustaría mucho, mucho, tener una foto de los dos juntos. Él envió a alguien a buscar una Polaroid y nos llevó hasta la entrada del rancho. Mamá sacó algunas buenas fotos y después nos despedimos.

…Mientras la limusina se dirigía por la autopista, Heather se tapó la cara con las manos, movió la cabeza de un lado a otro y empezó a reír más y más. “¡No puedo creerlo, no puedo creerlo!”, gritaba. “Hemos pasado un día con Michael Jackson. No puedo creer que estuvimos con Michael Jackson”.

En los malos momentos tenía que depender del teléfono para hacer vida social. Michael me llamó para decir que estaba ocupado trabajando en el álbum. “Tenemos que vernos y hacer el tonto de nuevo”, dijo Michael. Quería saber si podría volver al rancho por Navidad.

Bueno, cuando Michael te invita, no dices quizás. El doctor Kleyman sabía que yo quería seguir adelante y ese viaje a California me hacía seguir adelante. Así que le dije a Michael: “Puedes apostar a que sí”.

…El viaje duró tres horas. La limusina me dejó en el bungalow tres para descansar. Michael me dijo: “Nos vemos a las siete”. A la hora de cenar. Yo estaba preocupado; me dolía el estómago y tenía calambres. Llamé a mamá.

“No debería haber venido, no quiero estar enfermo aquí con Michael”, le dije.

“Bueno, no has comido desde hace rato, ¿por qué no esperas a ver como te sientes después de la cena?”, me dijo.

Eché una siesta y después fui a la casa principal a cenar – pollo, costillas y patatas asadas-. Después fuimos al cine privado de Michael a ver dos horas y media de episodios de los Tres Chiflados. Comimos palomitas de la máquina del cine y pizza que llevamos de la casa. Me sentí bastante mejor y lo pasamos muy bien. Ahora estaba contento de haber ido.

…”Me gusta tu chaqueta”, me dijo Michael, “pero quiero que tengas una más gruesa”. Así que fuimos los dos al pueblo cercano en su Bentley… ¡Lo mejor fue que el hombre de la tienda no creía que Michael y su tarjeta de crédito fueran reales! Michael le dio el número de seguridad del rancho y llamó para aclarar que la tarjeta era válida y que Michael era quien decía que era.

… Me encantó que hubiera tacos para cenar. Después le enseñé a Michael un vídeo que mamá, Andrea y yo habíamos hecho para él de toda nuestra casa –cada habitación, poster y decoración de las paredes- “Cuando vengas a visitarnos a casa, conocerás el camino”, le dije.

Por la noche vimos la nueva película de Indiana Jones, La Última Cruzada. 

Al día siguiente, Michael tenía una reunión de negocios. Cuando se quedó libre, fuimos a la ciudad a comprar unos regalos para mamá y Andrea. Compré a mamá un gran Santa Klaus y juegos de magia para Andrea.

…Durante la cena de Nochevieja, Michael me dio un maravilloso reloj. Sonaba en cada hora y tenía alarma incorporada. Tenía calendario de día, semana, mes y año.

“¡Gracias!”, dije.

“Tengo que salir muy temprano mañana; antes de que te vayas”, dijo Michael. “Siento no estar aquí y también siento no tener la foto autografiada que querías, pero te la enviaré por correo”.

Cuando nos abrazamos para decirnos adiós, Michael dijo: “No te rindas nunca. Hazlo por mí”.

…Día de Año Nuevo: mi último día en el rancho. Jugué con Max, uno de los monos de Michael. Estaba contento de verle de nuevo y él de ver los cordones de mis zapatos. Le di un beso y el me dio a mi otro muy grande.

Llamé a mamá para decirle que volvía a casa.
“Hay una gran caja en la entrada del rancho para que me la lleve a casa”, le dije. “Es una locura, ¿qué crees que será?”.

Era todo un completo equipo estéreo. Unos días más tarde recibí la foto firmada de Michael: “Para Ryan”. Vestía de rojo, blanco y negro. ¡Gracias Michael!

La semana siguiente, Ryan permaneció inconsciente en estado crítico y en cuidados intensivos en el hospital Riley. El doctor Kleyman le dijo a Jeanne que Ryan no sufría dolor. Pero las posibilidades de Ryan eran solo de un 10%...

Cuando Michael llamó, solo tenía dos minutos para hablar. “Ryan”, dijo Elton John, “No puedes rechazar a una superestrella como esta. Yo soy serie B comparado con Michael”. Le puso el teléfono al oído para que Michael pudiera animarle…

Hacia la una del domingo, Michael llamó de nuevo desde Atlantic City. Cuando Jeanne le dijo que no esperaba que Ryan viviera, Michael dijo que volaría hacia Indianapolis enseguida. “Me siento muy mal”, dijo Michael. 

“¿Cuánto tiempo tardarás?”, preguntó Jeanne mirando a la enfermera. “¿Dos horas?”. La enfermera movió la cabeza.

“Michael, no vengas, cariño. Ryan no va a durar dos horas. Nosotros sabemos cuanto le quieres”. Jackson dice que estará allí por la mañana y así fue.

Tan pronto como llegó fue a casa de los White en Cicero. Estaba muy contrariado por no haber podido llegar a tiempo antes de que Ryan muriera. Fue a la habitación de Ryan, llena de todas sus colecciones, posters, y recuerdos, incluida la silla de director del rodaje de una película. En el armario estaba la chaqueta de cuero nueva que Michael había querido que usara.

Michael se sentó en silencio mirando todo por largo tiempo. Jeanne le ofreció quedarse algo como recuerdo pero él le pidió que conservara la habitación de Ryan como estaba.

En la parte delantera de la casa de los White está el Mustang rojo que Michael regaló a Ryan. Ahora cubierto de flores, huevos de pascua y regalos de los niños. Andrea llevó a Michael para enseñarle el coche y se sentaron juntos. Cuando Michael encendió el CD, empezó a sonar la canción favorita de Ryan, “Man in the Mirror”. Michael sonrió orgulloso. Sabía que debió haber sido la última canción que Ryan escuchó. 

Ryan murió el 8 de abril de 1990. Era domingo de Ramos.


FUENTE : MJHIDEOUT:

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