CONFESIONES DE MICHAEL JACKSON-Shmuley Boteach

Fragmentos escogidos
OBSERVACIONES PREVIAS DEL AUTOR
A los pocos días llegó [a Neverland] otra familia que también visitaba el rancho por primera vez. Tengo la sospecha de que Michael invitó al chico —Gavin— para impresionarme con la atención que dedicaba a los niños enfermos de cáncer. Seguramente confiaba en que yo hablaría en su favor ante el mundo y juzgaba que para eso tenía que ver con mis propios ojos lo comprometido que estaba con los necesitados. Gavin llevaba sombrero porque con la quimioterapia se le había caído el pelo; lo observé hablando con Michael, que lo animaba diciéndole que su calvicie no era motivo para sentir vergüenza. Me pareció digno de elogio que se esforzara tanto por conseguir que el niño viera su propia belleza en medio de los efectos devastadores del tratamiento.
El ambiente era relajado, todos los niños se lo pasaban en grande y, recordándolo ahora, parece imposible que al cabo de tres años la relación de Michael con aquella familia acabara con el arresto del cantante, acusado de haber abusado del niño. Hasta donde yo pude ver, la mayor parte del tiempo Michael se desentendía tanto del chico
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como de su familia, e incluso recuerdo que lo regañé ligeramente por el poco caso que les hacía.
Mis hijas recuerdan a Gavin y su hermano como unos niños tímidos a los que les hizo mucha ilusión pasar la noche en el dormitorio de Michael; a mis hijas también las invitó, pero al ser niñas de convicciones religiosas —acostumbradas por tanto a tener un contacto muy limitado con varones hasta llegar a la edad núbil— ni se lo plantearon y dijeron que no sin pensárselo dos veces. Me extrañó que los padres les dieran permiso a sus hijos, sobre todo teniendo en cuenta que era su primera visita, pero durante aquellos primeros días no pareció ocurrir nada digno de mención. La noche en que supuestamente se produjo el primer abuso nosotros estábamos en Neverland, en una habitación que formaba parte de la zona para invitados donde también estaba Gavin con su familia. En todo caso, cuesta trabajo imaginar que Michael le mostrara pornografía al niño estando yo allí.
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Por las noches se animaba un poco más. Cenábamos en el inmenso teatro privado que tenía en casa la típica comida precocinada que te comes viendo la tele en unas bandejas especiales hechas para ese fin, y nos ponía sus videoclips de otros tiempos. Muchas veces mi mujer y mis hijas se iban a la cama al cabo de un rato, pero yo me quedaba un poco más mientras él seguía mostrándome entusiasmado aquellos fragmentos de tiempos pasados.
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Mintió descaradamente para justificar la presencia de niños en su cama. Por ejemplo, las ridículas declaraciones al presentador Ed Bradley en el programa 60 Minutes (dijo que Gavin Arvizo había llegado a Neverland en silla de ruedas y que era necesario llevarlo a todas partes) eran absurdas. El niño que yo vi en agosto de 2001 era tremendamente activo, corría sin parar y se subía a todas las atracciones: incluso se podría haber dicho que era un poco incontrolable. No creo que Michael se propusiera engañar a nadie de manera consciente; en realidad, se sentía tan inseguro que siempre intentaba parecer mucho mejor y más santo de lo que en realidad era. Y esa inseguridad lo arrastró a la exageración: no bastaba con mostrarse caritativo, tenía que ser el más caritativo del planeta; no bastaba con dar esperanza a un niño enfermo de cáncer, sino que, siempre en el papel de mártir, se imaginaba atravesando un inhóspito desierto con el niño a la espalda y sin el más mínimo signo de que la tierra prometida estuviera cerca.
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Fue unos pocos meses más tarde, después de que nuestra relación se rompiera, cuando, a través de uno de sus confidentes más cercanos, empezaron a llegarme noticias de que estaba enganchado a ciertos fármacos que consumía en cantidades ingentes. Cada vez se hallab peor, mucho peor, me contó ese amigo: se estaba destrozando la vida a base de Demerol y Xanax entre otros medicamentos.
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—¿Y quién le suministra los calmantes, algún matasanos que no es médico de verdad? —pregunté.
—No —me informaron—, los médicos que lo tratan parecen de fiar; tengo la impresión de que saca los calmantes de otro sitio, nadie sabe cuál, y se los inyecta él mismo en vena.
—Bueno —respondí advirtiendo que ya no teníamos relación y por tanto nada podía hacer para ayudarlo—, mejor será que hagáis algo para salvarlo antes de que se destruya completamente.
Los padres de Michael, Katherine y Joseph Jackson, también estaban preocupados y me invitaron a su casa de Encino para pedirme que reanudara mi relación con su hijo. Me explicaron que su estado había empeorado notablemente desde la última vez que yo lo había visto y que la familia había intentado apartarlo de las drogas: unas cuantas semanas antes, varios hermanos de Michael se habían presentado de improviso en Neverland para convencerlo de que se internara en el centro de desintoxicación donde ya había estado casi diez años antes después de admitir que era adicto a los fármacos, pero Michael se enteró de que iban y huyó.
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Michael podía tal vez ser inocente de los actos que se le imputaban, pero desde luego era culpable de percibir que las reglas habituales respetadas por todo el mundo no eran aplicables a su relación con los niños o, peor aún, que en ese terreno no había reglas para él.
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CONVERSACIONES
(Sobre la juventud y la vejez)
En ese momento empecé a preocuparme y quise saber a qué se refería cuando hablaba de «desaparecer»: una cosa es dejar el mundo del espectáculo y otra muy distinta albergar deseos de morir, así que le comenté…
SB: Ya, claro, pero tú quieres vivir muchos años, no quieres desaparecer como —Dios no lo quiera— desaparecieron todas esas estrellas, del modo como lo hizo Marilyn. No quieres morir joven, ¿verdad?
MJ: Pues…, es una pregunta interesante. ¿Seguro que quieres que te la responda?
SB: Sí, seguro.
MJ: Bueno, te voy a ser sincero. Bueno… eeh… El gran sueño que me queda por cumplir (porque claro, he visto cumplirse mis sueños con la música y todo eso, y me encanta la música y el mundo del espectáculo) es un proyecto con niños, una cosa que estamos haciendo. Pero… ummm… Porque todo lo demás me da igual, de verdad, de verdad que me da igual todo, de verdad que me da igual, Shmuley. Lo que hace que siga adelante son los niños. Si no, en serio que… yo… Ya te lo he dicho en alguna ocasión, y te juro que lo digo como lo siento. Si no fuera por los
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niños, y los bebés lo haría, tiraría la toalla. Esa es mi más sincera respuesta…, y ya lo he dicho antes; si no fuera por los niños, elegiría la muerte. Lo digo de corazón.
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SB: ¿Quieres vivir muchos años?
MJ: A ver, retiro el juramento porque se supone que no hay que jurar. Lo retiro. No quiero usar esa palabra. ¿Qué me preguntabas?
SB: Decías que querías desaparecer. ¿Te parece que desaparecer es importante?
MJ: No quiero vivir [mucho tiempo]… No me gusta, es que no, no... Creo que hacerse viejo es lo peor, lo peor que hay. Cuando el cuerpo empieza a dejar funcionar y te vas arrugando... Me parece terrible. No... es que no lo entiendo, Shmuley. Y no quiero tener que mirarme en el espejo y encontrarme con eso. No me entra en la cabeza. De verdad que no. Y la gente dice que hacerse viejo es la experiencia más bonita que hay, y esto y lo otro. No estoy de acuerdo. En absoluto.
SB: Así que quieres morir antes de que eso ocurra...
MJ: Eeh… No quiero llegar a viejo. Lo que me gustaría es…
Sé que no debería haberle cortado cuando estábamos hablando de un tema tan importante, pero sus alusiones al suicidio eran de lo
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más inquietantes y sentí una necesidad imperiosa de alentarlo a escoger la vida, así que dije…
SB: ¿Y si permaneces joven de espíritu, Michael?
MJ: Ya, para mí eso es importante.
SB: Puede que te salgan arrugas, pero ¿no quieres ver crecer a Prince y Paris?
MJ: Sí, claro.
SB: ¿No quieres llegar a conocer a sus hijos?
MJ: Es sólo que no quiero parecer viejo ni empezar a olvidarme de las cosas. Quiero mantenerme siempre joven y con energía para correr por ahí y jugar al escondite, que es uno de mis juegos favoritos. En la casa esa tan bonita y tan grande que tienes, la última vez que estuve de visita, no sabes qué ganas me entraron de jugar al escondite… mmm… Odio ver cómo envejece la gente.
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MJ: Para mí no hay nada más puro y espiritual que los niños y no puedo vivir sin ellos. Si ahora me dijeras «Michael, no puedes volver a ver a un niño», me quitaría la vida. Te juro que lo haría, porque no tengo ninguna otra razón para seguir viviendo. Es así. Sinceramente.
(Sobre su soledad)
SB: ¿Cuántos años tenías?
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MJ: Eso fue cuando estábamos grabando Thriller.
SB: O sea, que eras la estrella más famosa del planeta y en cambio…
MJ: Andaba por ahí buscando gente con quien hablar. Me sentía tan solo que a menudo subía a llorar a mi cuarto y pensaba: «¡Ya basta! Yo me largo, lo dejo». Y entonces era cuando me iba a la calle a caminar sin rumbo. Recuerdo haberle dicho a más de una persona «¿quieres ser mi amigo?».
SB: Seguramente se quedarían de piedra.
MJ: Me miraban con cara de estar pensado: «¡Pero si es Michael Jackson!». Y yo me preguntaba «¿Y ahora se hará amigo mío porque soy Michael Jackson o por mí mismo?». Yo sólo buscaba a alguien con quien hablar.
(Sobre su poder sanador)
MJ: Recibo amor a través de la alegría y la ilusión que veo en los ojos de los niños. Ellos me han salvado la vida así que quiero… devolverles el favor [Michael empieza a llorar]. Ellos me han salvado, lo digo completamente en serio: simplemente estar con ellos, verlos, eso me ha salvado la vida, en serio.
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SB: ¿Sientes que Dios te ha concedido cierto poder para sanar?
MJ: Sí.
SB: ¿De modo que cuando hablas con Gavin [el niño enfermo de cáncer que después lo acusaría de abuso sexual] lo estás sanando y no sólo hablando con él?
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MJ: Sé que lo estoy sanando, y he visto cómo los niños me colman de amor y simplemente quieren tocarme y abrazarme y aferrarse a mí y llorar y no soltarme nunca. Y eso sin conocerme. Ya lo verás cuando vayamos a algún lugar público, las madres me ponen a sus bebés en los brazos diciendo «toca a mi bebé, toca a mi bebé, cógelo en brazos, te lo pido». Y no es que me estén adorando del modo como se hace en un contexto religioso, no es idolatría.
SB: ¿No es idolatría? ¿Por qué? ¿Porque no te están adorando a ti, porque con eso se sienten mejor en su propia piel? Al estar cerca de ti, la gente tiene la sensación de ser más ligera que el aire, les parece que casi pueden caminar sobre las aguas ellos también. ¿En qué sentido no es eso idolatría?
MJ: No lo es porque mi religión nos enseña que no debes hacer eso, en mi iglesia nunca me hubieran tratado como me trataron en la tuya.
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SB: ¿Así que no es idolatría porque tú mismo te colocas al servicio de ese objetivo superior diciendo «esto es lo que represento»?
MJ: Yo represento a un ser superior. No estoy diciendo que sea Dios pero sí digo: salvad el planeta, sanad al mundo, salvad a los niños, salvad los bosques. Y eso no tiene nada de malo, ¿no te parece?
(Sobre su padre)
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[MJ habla de su padre.] Pues sí, se reía de… Recuerdo una vez que estábamos en un avión justo a punto de despegar; yo estaba pasando por esa etapa rara de la pubertad, cuando tus facciones empiezan a cambiar, y el fue y me dijo: «Puf, ¡qué nariz más grande tienes! Desde luego de mí no la has sacado…». No se dio cuenta del daño que me hizo con aquel comentario. Me hizo tanto daño que quería morirme.
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Todavía le tengo miedo de mi padre. Cuando entra en una habitación, Dios es testigo de que a veces me he desmayado por el mero hecho de su presencia. Bueno, para ser más exactos, me he desmayado una vez, y he vomitado delante de él porque cuando entra en un cuarto viene envuelto en esa aura suya… y me empieza a doler el estómago y sé que me voy a poner malo. Ha cambiado mucho, el tiempo y la edad lo han cambiado y ahora quiere estar con sus nietos y trata de ser mejor padre, es casi como si hubiera dejado en dique seco esa faceta suya para siempre, pero a mí me cuesta muchísimo aceptar que ese tipo es el mismo que me crió... ¡Ojalá hubiera aprendido la lección mucho antes!
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MJ: Recibo amor a través de la alegría y la ilusión que veo en los ojos de los niños. Ellos me han salvado la vida, así que quiero… devolverles el favor [Michael empieza a llorar]. Ellos me han
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salvado, lo digo completamente en serio: simplemente estar con ellos, verlos, eso me ha salvado la vida, en serio.
SB: Al hacerte mayor, ¿tuviste la impresión de que te habían hecho promesas que luego no se han cumplido?
MJ: Mi padre rompió una promesa muy importante y por eso sí que me enfadé y sigo enfadado: me convenció de que firmara un contrato con Columbia cuando tenía dieciocho años con la promesa de que me llevaría a cenar con Fred Astaire.
Michael había dado a entender en una ocasión anterior que Fred Astaire vivía en el mismo barrio, pero no le pedí que me aclarara la discrepancia.
MJ: Mi padre sabía cuánto me gustaba Fred, que lo adoraba; sabía que firmaría sin leer el contrato y salió de aquel despacho tan contento y luego nunca hizo nada para que hubiera cena. Me decía que lo sentía, pero que no había podido arreglarlo o algo por el estilo, y a mí me rompió el corazón. Me engañó.
(Sobre por qué quería triunfar)
Te voy a decir algo que nunca le he dicho a nadie, y además de verdad, no tengo por qué mentirte y Dios sabe que no lo estoy haciendo. Creo que el éxito y la fama que he conseguido, que he anhelado, los deseaba porque en realidad buscaba que me quisieran. Nada más. Ésa es la verdad. Necesitaba que la gente me quisiera, que me quisiera sinceramente, porque nunca me he sentido verdaderamente querido. Ya he dicho que conozco mi
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talento. Pensaba que si lo perfeccionaba, la gente tal vez me querría más. Sólo deseaba que me quisieran porque me parece muy importante que te quieran y decirle a la gente que la quieres y mirarla a los ojos y decírselo.
(Sobre Dios y la creación de la vida)
SB: ¿Alguna vez te has topado con alguno de esos guías espirituales de Oriente que dicen cosas como «los niños que fornicaron en una vida pasada mueren atropellados por camiones».
MJ: No, y si me encontrara con uno me enfurecería y le daría todas las razones por las que lo que dice es un montón de chorradas. Es todo una mierda como una casa. Es una teoría sobre el universo como cualquier otra creada por los hombres: hay gente que cree en el Big Bang —no es mi caso— y gente que se decanta por la creación, por la historia de Adán y Eva y que el universo no es producto de un accidente. Decir que el universo surgió como resultado de una gran explosión o de un accidente es como afirmar: «Bueno, a ver, busca un motor de coche que lo vamos a desmontar pieza por pieza y luego las vamos a meter todas en una bañera, y cuando las tengas todas dentro las revuelves». Puedes tirarte 100 años revolviendo en esa bañera y nunca vas a conseguir que las piezas se ensamblen de forma correcta como por arte de magia para formar un motor perfecto, que es poco más o menos lo que sostiene la teoría del Big Bang, que hubo una gran explosión y al final, como resultado de todo eso surgieron niños y árboles y
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plantas y el aire que respiramos y el oxígeno. Alguien tuvo que crear todo eso, tuvo que haber alguien que lo diseñara todo. Desde las pestañas hasta la boca pasando por el aparato digestivo, alguien nos tuvo que hacer como somos, ¿no te parece?
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MJ: Cuando iba de casa en casa [como misionero con los testigos de Jehová] y la gente nos decía «somos ateos», yo me quedaba como «¿qué?, ¿entonces no creen en…?». Lo he oído muchas veces y uno de mis hermanos fue ateo durante un tiempo pese a haberse criado entre los testigos de Jehová. También me consta que lo mismo decían algunos de los directores de cine más famosos de todos los tiempos, gente que dirigió películas como Cantando bajo la lluvia y ganaron óscars, gente como Stanley Donen…
(Sobre Hitler y el Holocausto)
MJ: Cuando me enteré de todos los niños —sin entrar en el número total de personas siquiera— que murieron durante el Holocausto, ¿qué clase de persona puede ser capaz de algo así? No lo entiendo. Da lo mismo de qué raza se trate… No puedo entenderlo en absoluto. De verdad que no. Qué tipo de condicionamientos… No entiendo ese tipo de cosas. ¿Se te
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puede condicionar para odiar de ese modo? ¿Es posible que le puedan hacer eso a tu corazón? Al mío no podrían. ¿Al tuyo sí? En ese caso, lo siento muchísimo.
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SB: ¿Y si no lo entendieran? ¿Y si fuesen como los nazis, simplemente gente malvada?
MJ: No consigo imaginarme que no logre llegar hasta su corazón de algún modo.
SB: ¿Crees que si hubieras podido hablar cara a cara con Hitler tú habrías podido…?
MJ: ¡Pues claro que sí! ¡Claro que sí! Seguro que estaba rodeado de un montón de simples mandados que le decían a todo que sí porque le tenían miedo.
SB: ¿Y tú crees que si hubieras pasado una hora a solas con Hitler de algún modo habrías podido tocar alguna fibra sensible en su interior?
MJ: Claro que sí. Estoy convencido.
SB: ¿Con Hitler? ¡Venga ya, Michael! ¿Es que no crees que hay gente completamente malvada a la que es imposible llegar de ningún modo? ¿No crees que hay que castigar a los malvados porque…?
MJ: No, yo creo que hay que ayudarlos, hacer que sigan algún tipo de terapia. Hay que enseñarles que, en algún momento, de alguna forma, hubo un día en sus vidas en que las cosas se torcieron. No se dan cuenta de lo que hacen. Muchas veces no comprenden qué está mal.
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SB: Pero, Michael, hay gente que claramente no tiene redención posible, gente como Hitler. Era la encarnación viva del mal, no había en él ni un ápice de humanidad al que hubieras podido apelar, habrías estado dirigiendo tus palabras al vacío, derramándolas en una oscuridad como nunca has visto otra igual. ¿Qué me dices de alguien que ha matado a mucha gente? ¿No crees que no hay terapia posible para gente así? Son asesinos y han de enfrentarse a un castigo extremo.
MJ: Todo eso hace que me sienta horriblemente mal, yo lo que desearía es que alguien hubiera sido capaz de tocarles el corazón.
SB: Pero, ¡venga ya, Michael!, ¿de verdad crees que podrías haber llegado al corazón de Hitler?
MJ: Ajá, sí.
SB: ¿Porque te las habrías ingeniado para encontrar la bondad en él de alguna manera?
MJ: Sí, creo que lo podría haber hecho. De verdad que lo creo. En realidad nadie habló con él, a mí me parece —y odio tener que decirlo— que estaba rodeado de lameculos (eso es lo que eran). Claro, eso era lo que él quería y eso fue lo que tuvo.
(Sobre el diablo)
MJ: Pues yo creía que el diablo es muy malvado, que está por todas partes, de hecho está por todas partes y terriblemente ocupado, por cierto. No tienes más que mirar a tu alrededor:
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¡todo el mundo se está haciendo gay!, y mira lo que están haciendo las mujeres… Yo creo que el diablo es el hombre mismo.
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MJ: Me enfado, sí, pero sé que el mundo es así. Ése es precisamente el tema de mi gira mundial: sé bondadoso, sana al mundo. Salgamos de aquí transformados, amémonos. Es como ir a la iglesia, pero yo lo hago sin predicar, lo hago con la música y el baile. En cambio Marilyn Manson dice en sus actuaciones «mata a Dios… rompe la Biblia en mil pedazos…» ¡y la prensa no se mete con él! Y encima tiene pechos de mujer…
(Sobre sus artistas favoritos)
MJ: Lo mío es más el realismo que el arte abstracto. Hay artistas que me encantan, como Miguel Ángel. Y también me apasionan Charlie Chaplin y Walt Disney. Ésa es la gente que me vuelve loco, la gente con la que me identifico. Me encantan los grandes.
(Sobre su sexualidad)
SB: Al objeto de preservar esas cualidades infantiles en tu vida, siempre has evitado hablar abiertamente de la sexualidad, como cuando Oprah te preguntó sobre tu vida sexual y tú le respondiste algo así como «yo soy un caballero y no hablo de esas cosas». ¿Crees que deberíamos ser más respetuosos con
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la vertiente sexual de nuestras vidas? ¿Tienes la sensación de que se tratan estos temas con una naturalidad excesiva? Me refiero a que tú eres de naturaleza tímida en lo que a esto se refiere...
MJ: Sí, yo, por naturaleza soy… mmm… Es que me parece…
SB: ¿Un tema íntimo?
MJ: Sí, ésa es mi opinión personal. Hay gente más exhibicionista, los naturistas por ejemplo, que no tienen problema en desnudarse y se lo toman de otra manera. Mmm… No sé, yo lo veo de otro modo.
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MJ: Sí, no me gusta ese tipo de cosas, me asustan. Lo mismo diría de acorralar a un puma hembra que está con las crías... No sé si son cachorros o qué... Imagínate que la acorralas; son animales muy territoriales, mejor ni acercarse, es una línea que no hay que cruzar. No puedo entender que la gente saque un arma y dispare a la madre... Y luego están las crías de elefante, que si matan a la madre hacen siempre el mismo baile, sueltan esos berridos característicos tan estridentes y giran en círculos alrededor de la madre muerta, dan vueltas y más vueltas como si se hubieran vuelto locos. No entiendo cómo la gente puede hacer cosas así. Me duelen mucho ese tipo de cosas. Es terrible.
SB: ¿Alguna vez has ido de safari durante uno de tus viajes a África?
MJ: Sí, sí.
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SB: ¿Y te acercaste a algún animal peligroso?
MJ: Sí.
(Sobre el odio a la fama)
MJ: Creo que, como famosos que somos, en el caso de cualquiera que haya recibido un don, un talento especial de Dios (ya seas escultor, escritor, pintor, cantante o bailarín), nuestro trabajo es ofrecer a las masas un cierto grado de escapismo y diversión. Ése es nuestro trabajo, hacer que la gente disfrute.
SB: ¿Algo más que odies de la fama? Evidentemente odias la prensa amarilla y las historias que cuentan…
MJ: Sí, la odio. Odio a los majaderos que hacen ese tipo de cosa. Estoy convencido de que el racismo, los celos y pura y simplemente el odio son parte de todo eso: dan rienda suelta a su frustración arremetiendo contra gente que sólo está tratando de hacer algo bueno, y eso es, sencillamente, muy triste. Quiero decir que desearía que hubiese un modo de acabar con ese tipo de cosas por completo.
(Sobre Madonna)
MJ: Madonna nunca se ha disculpado. Me tiene envidia.
SB: ¿Porque quiere ser la estrella más importante del mundo?
MJ: Sí, por eso está celosa.
SB: Y tú eso no lo entiendes, tú le dirías: «¿Por qué tienes tantos celos? Tú dedícate a lo tuyo y yo a lo mío…».
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MJ: Pero por otro lado, viene a mis conciertos y llora; viene a verme actuar y le corren las lágrimas por las mejillas cuando escucha las canciones y las presentaciones de las canciones. También tiene grandes cualidades.
SB: También tiene grandes cualidades pero —si entiendo bien lo que estás diciendo— en ocasiones quedan ocultas tras la envidia, y si alguien hace eso ni siquiera te tienen que pedir perdón porque lo perdonarás en cualquier caso.
MJ: Sí.
(Sobre Elizabeth Taylor)
SB: ¿Qué es lo que tanto te gusta de Elizabeth Taylor? Ha sido tu mejor amiga durante años, ¿verdad? En este contexto de las cualidades típicas de los niños en el que estamos, ¿qué es lo que tiene?
MJ: Los dos venimos del mismo sitio…
SB: Es muy leal, ¿no?
MJ: Sí, es una fiel amiga. Y los dos hemos salido del mismo sitio, así que Elizabeth entiende el mundo de donde vengo. Además tiene una gran curiosidad: basta mirarla a los ojos y se ve claramente. Con ella... es como si habláramos telepáticamente; nos comunicamos sin decir una sola palabra, de verdad que es así, y me di cuenta desde el momento en que la conocí. También me pasa con Shirley Temple. Venimos del mismo mundo.
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(Sobre Cindy Crawford)
MJ: A Cindy ya la había visto en unas cuantas ocasiones, pero estaba con algún acompañante, así que siempre nos habíamos visto en eventos, pero de lejos, y creo que le pareció que era su oportunidad de conocerme en persona. Seguramente me admira, no es raro que la gente se acerque a saludarme. Lo que viste no es nada.
SB: ¿Entonces no es la primera vez que ves a famosos comportándose así, como una jauría corriendo en pos de alguien más famoso que ellos? Me pareció de lo más degradante…
MJ: Sí, suele pasar… Y peor…
SB: ¿De qué te estuvo hablando?
MJ [imitando a Cindy Crawford]:
—¿Qué tal estás?
—Pues… bien —le contesto.
—¡Ah!, ¿seguro que estás bien? Oye, que sepas que me encanta tu trabajo y me encanta todo lo que haces. ¿Cuánto tiempo vas a estar en la ciudad?
—Estoy aquí por trabajo, para grabar —le respondo.
SB: ¿Crees que tenía algún tipo de interés sentimental?
MJ: Pueees, igual un poco…
SB: ¿Te invitó a quedar con ella?
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MJ: Esas chicas coquetean… siempre coquetean. Y es muy guapa.
SB: A mí me parecía que se veía a la legua. En nuestra mesa había un banquero que me comentó: «Cindy Crawford, de cerca, no tiene nada de especial». Yo le respondí: «¿Qué está haciendo aquí, por cierto?».
MJ: ¿Viste que Donald Trump también vino a saludarme?
SB: Él, en cambio, sí que me parece una persona interesante.
MJ: Una mujer que me gustaba mucho y por la que sentía un gran respeto era la princesa Diana.
SB: ¿Por qué?
MJ: Porque tenía clase y se preocupaba de verdad por la gente, los niños y los problemas del mundo. No lo hacía para que se la viera y punto. Y me gustaba cómo sus hijos esperaban su turno como todos los demás para subirse a una atracción y cosas así…
(Sobre Brooke Shields)
MJ: En cambio Brooke Shields fue uno de los grandes amores de mi vida. Salimos mucho juntos y, antes de conocerla, yo era admirador suyo y tenía su foto por todas partes, en las paredes: en el espejo... Había ido a la ceremonia de entrega de los óscars con Diana Ross y ella se acercó y me dijo:
—¡Hola, soy Brooke Shields! ¿Vas a ir a la fiesta después?
—Sí —le respondí derritiéndome por dentro.
Yo debía de tener veintitrés años… eran los tiempos de Off the Wall, y recuerdo que pensé: «¿Sabrá que tengo la habitación
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empapelada con fotos suyas?». Total, que fuimos a la fiesta y me preguntó:
—¿Quieres bailar conmigo?
Y salimos a la pista de baile, y nos dimos los teléfonos y me acuerdo que me pasé toda la noche despierto, bailando por la habitación, incapaz de irme a la cama de pura felicidad. Tenía clase. Hubo una ocasión en la que ella sí que hizo un acercamiento muy íntimo y a mí me entró pánico. Debería haber sido más valiente.
(Sobre Lisa M. Presley)
En cuanto a Lisa…, seguimos siendo amigos, pero ahora mismo anda de acá para allá todo el tiempo, y acaba de cambiar de número de teléfono y todavía no tengo el nuevo. SB: Entonces, entre las mujeres con las que has salido, ¿las que más interesantes te resultaban eran las que no estaban siempre disponibles y por tanto tenías que perseguirlas un poco?
MJ: Las que tenían clase y eran discretas y no pensaban sólo en el sexo y toda esa locura porque eso no es lo mío.
SB: ¿Esas son las que más te interesan?
MJ: Ajá. No entiendo muchas cosas que ocurren en las relaciones y no creo que llegue a entenderlas nunca: pienso que eso es lo que ha ido mal en mis relaciones, porque no comprendo cómo la gente hace ciertas cosas.
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SB: ¿Te refieres a portarse mal con la pareja?
MJ: Sí portarse mal o ser vulgares con su cuerpo. No lo entiendo y eso ha perjudicado mis relaciones.
SB: ¿Entonces para ti el amor es algo muy puro?
MJ: Muy puro. Hay cosas que me escandalizan…
(Sobre su relación con las mujeres)
SB: Michael, ¿alguna vez has conocido a una mujer así, que sienta las mismas cosas, una mujer a quien le guste jugar al escondite y las peleas de agua?
MJ: Todavía no. Las que he conocido que son así tienen celos de los niños. Todas sin excepción. Les entran celos hasta de sus propios hijos y empiezan a competir con ellos… Y no hay cosa que pueda molestarme más.
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SB: ¿Te resulta más fácil relacionarte con figuras maternales como Elizabeth Taylor o tu propia madre —que siempre te dicen que eres maravilloso—, o con tu hermana Janet? ¿Encuentras que las mujeres tienen más cualidades infantiles en el sentido de ser más sensibles, menos competitivas, con menos maldad? Claro que también has conocido a algunas mujeres perversas con la típica agresividad masculina, como Madonna. Tú mismo me contaste que podía llegar a ser un verdadero mal bicho. ¿Así que crees que esa característica suya es típica de las mujeres también o te inclinas a pensar que ese rasgo de su personalidad
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es realmente masculino? ¿Te resulta más fácil entablar relaciones cercanas con las mujeres?
MJ: En cierto sentido, sí, en cierto sentido. Depende de la edad. He conocido a mujeres que están muy amargadas y son malas, pero que luego se convierten en unas verdaderas damas. Acaban encontrándose a sí mismas y se convierten en buena gente. Lo he visto con las ex mujeres de mis hermanos que eran horribles —una auténtica pesadilla— cuando eran jóvenes, pero que, con el tiempo, a medida que han ido cumpliendo años, se han vuelto bondadosas. ¡Y mira que eran horribles…, pero horribles! Y luego, con los años, han encontrado el equilibrio, eso es lo que me gusta de ellas, cuando se vuelven buenas de verdad.
(Sobre Hollywood y Madonna)
MJ: Porque no me parece gente de verdad. Les encanta estar a la luz de los focos y no tenemos nada en común; lo que quieren es irse por ahí de marcha a los clubes, y luego acabar en algún sitio bebiendo y fumando marihuana y toda una serie de locuras que a mí no me interesan. No tenemos nada en común. ¿Te acuerdas de lo que te conté, de cómo Madonna había establecido sus condiciones de antemano?:
—Me niego a ir a Disneylandia, ni hablar—me dijo.
—¿Quién ha dicho nada de ir a Disneylandia? —le contesté.
—Vamos a ir a cenar a un restaurante y luego a un club de estriptis.
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—Yo a un club de estriptis no voy —me negué, ¡era un espectáculo de travestis!.
Luego ella acabaría diciendo cosas muy desagradables sobre mí a la prensa y yo respondí declarando que es una bruja, ¡después de lo bien que me había portado con ella! También te he contado que un día estábamos comiendo y se nos acercó un niño:
—¡Ay, qué ilusión, Michael Jackson y Madonna, juntos! ¿Me podéis firmar un autógrafo?
—Lárgate de aquí, déjanos en paz —respondió ella.
—Ni se te ocurra volver a hablarle a un niño así en mi presencia nunca más —protesté.
—¡Por Dios, cierra el pico!
—¡No, ciérralo tú!
Así andábamos todo el día. También fuimos juntos a la ceremonia de la Academia una vez, pero no es una persona amable, hay que reconocerlo, no es una persona en absoluto agradable.
SB: Básicamente, te diste cuenta de que tus valores no coincidían con los de la mayoría de la gente de Hollywood.
MJ: No, para nada. Hacen un montón de locuras que a mí no me van y, en los tiempos en que estaba con Madonna, a ella le había dado por esos libros —tenía una estantería entera— de mujeres encadenadas a paredes y esas historias… Solía decir que le encantaban los libros de azotes en el culo. Pero... ¿yo para qué quiero ver eso?
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SB: Sospecho que tiene mucho que ver con la imagen. He leído en algún sitio que había dicho que prefería un buen libro al sexo. Pero por otro lado, las cosas vulgares que hace son parte de esa imagen escandalosa que intenta cultivar.
MJ: Pues está mintiendo [sobre lo del libro]. Aunque no me quiero meter a juzgarla, igual ha cambiado o dice que ha cambiado.
SB: ¿Por qué crees que dice cosas tan desagradables?
En realidad yo creía que Madonna había cambiado: se ha convertido en una devota de la cábala y ha introducido muchos elementos del judaísmo en su vida, ha adoptado un nombre judío y se ha desprendido de su imagen provocativa y lasciva. Además, también parece ser una madre muy entregada y cariñosa.
(Sobre el amor de Madonna por él)
MJ: Me parece que le gusta escandalizar y sabe cómo tocar las teclas adecuadas para conseguirlo. Creo que su amor por mí era sincero, pero yo no estaba enamorado de ella. Eso sí, hacía muchas locuras, así fue la cosa: yo sabía que no teníamos nada en común. Claro que también estoy prácticamente seguro de que tener un hijo te cambia, por fuerza. No sé cuánto habrá cambiado pero seguro que es mejor persona que antes.
SB: Ahora tiene dos hijos.
MJ: Sí, ya lo sé. Pero, dime, ¿qué te parecería si te llamara por teléfono para contarte que tiene los dedos entre las piernas? A
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mí me lo hacía y yo le contestaba «¡ay, Madonna, por Dios!», y ella me salía con «cuando colguemos, quiero que te toques pensando en mí». Ése es el tipo de cosas que te suelta todo el tiempo, de verdad. Y luego la siguiente vez que la ves te dice: «Éste es el dedo que usé anoche». Era salvaje, estaba completamente fuera de control.
(Sobre Monica Lewinsky)
MJ: No es tan fácil porque ahora las mujeres son muy buenas actrices y cuando digo buenas, va en serio, pero que muy buenas. ¡Te engatusan de una forma! Fíjate, en la Biblia también: hay historias de mujeres que han llevado a la perdición a los hombres más poderosos ofreciéndoles lo que tienen entre las piernas; Sansón por ejemplo, nadie podía cortarle el pelo hasta que llegó Dalila y se lo llevó a la cama.
SB: Monica Lewinsky y Clinton… Pero en lo que la gente no parece reparar es en que ella fue a por él, lo cual no es excusa para Clinton, claro, pero ella también tiene su parte de culpa.
MJ: ¿No es verdad que te lo dije el otro día? Una mujer ha conseguido hacer un daño tremendo al presidente. ¿Hasta dónde puede llegar una mujer que se proponga hacer daño al presidente? ¡Mira lo que ha provocado! Por eso no me gusta Barbara Walters, porque fue la instigadora de gran parte de lo que ha pasado, fue la que lo llevó todo a la televisión con aquella entrevista. Quería venir hoy pero cancelé la cita.
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(Sobre su amor a los niños)
Ya he pasado por dos divorcios y el segundo no hace mucho… E incluso cuando estaba casado con esas dos mujeres, me iba a dormir por las noches con un dolor en el corazón. Sentía dolor. Ayer me fui a la cama llorando y no he dormido nada bien. Y lloro porque siento este… y no lo hago aposta. Estoy siendo completamente honesto contigo y si no me crees le puedes preguntar a Frank, Shmuley. Frank sabe lo mal que lo paso, lo que me duele pensar en todos esos niños que sufren en el mundo, eso me destroza. Por eso quería tender la mano a cualquier niño que estuviera sufriendo, desde esa niñita [una niña con cáncer que había conocido en nuestra casa] hasta Gavin [que luego lo acusaría de abuso de menores]. Y sentía que tenía que hacer algo, llamar, así que lo primero que hice por la mañana fue llamarla, pero ya había salido de casa. Me duele. Pero al mismo tiempo creo que es de ahí de donde brota mi verdadero amor, Shmuley. Si puedo ayudar así, por mí bien, no necesito el otro tipo de amor. ¿Sabes?, si conociera a una chica en alguna parte y me pareciera que es preciosa, y eso me pasa con cierta frecuencia y es genial, pues claro que quedaría con ella o algo. Eso no tiene nada de malo. Por ejemplo, Jennifer López estaba espectacular el otro día, en serio, y me sorprendí mucho porque nunca me había fijado especialmente en ella... Pero estaba espectacular [Michael se ríe mientras habla].
*********
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MJ: Desde luego, sí, sí. Lisa era genial, iba conmigo a los hospitales y era muy dulce. Por ejemplo, hay sitios donde atan a los niños o los encadenan a la cama y nosotros nos dedicábamos a desatarlos... íbamos por ahí liberando a todos esos niños. A mí esas cosas me enfurecían y ella descubrió a través de mí muchas de las injusticias que hay por ahí, en países como Rumanía o en Checoslovaquia, en Praga, y también en Rusia. Deberías ver lo que les hacen a los niños en esos... ¡es increíble! Los atan a la pared y ahí los dejan, igual que animales, desnudos y durmiendo encima de su propio pis y sus propios excrementos. Es horrible, me pongo enfermo. Así que vamos con ropa y juguetes y mucho mucho amor. Yo quiero a los niños con todo mi corazón. Iba cada día a verlos, los abrazaba, me los quería llevar a todos a Neverland.
*********
MJ: No, no tenía el menor problema con eso, pero discutimos en varias ocasiones porque era muy territorial con sus hijos. Sus hijos eran... su mayor preocupación y yo le decía que no, que todos los niños son como hijos nuestros, cosa que nunca le gustó oírme decir. Se enfadaba. Y, además, una vez discutimos cuando aquellos dos niños mataron a otro en Londres: yo iba a ir a visitarlos a la cárcel porque los habían sentenciado a cadena perpetua y la reina no les concedió el indulto. Tenían algo así como once años… diez… y yo iba a ir a verlos. Lisa me dijo:
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—¿Pero eres tonto o qué? Los estás premiando por lo que han hecho.
—¡¿Cómo te atreves a decir una cosa así?! —le respondí yo—. Seguro que si analizas sus vidas, vienen de hogares completamente rotos, fijo que nunca tuvieron unos padres que los cuidaran, que nadie les dio amor ni los miró a los ojos y les dijo «te quiero». Se merecen por lo menos eso. Se van a pasar la vida en la cárcel, yo sólo quiero decirles que los quiero y estrecharlos en mis brazos.
(Sobre Shirley Temple)
MJ: Me lo pasé en grande con Shirley Temple.
SB: ¿Cuánto tiempo pasaste con ella?
MJ: Varias horas. Fui a su casa y salí sintiéndome como si hubiera vuelto a nacer, de verdad. No sabía que me iba a poner a llorar cuando la viera, pero es que me derrumbé… Le dije:
—Tú no te lo puedes ni imaginar, pero la verdad es que me has salvado la vida.
—¿Qué quieres decir? —me preguntó.
—Tantas y tantas veces he sentido que ya no podía más y he querido tirar la toalla, pero entonces miraba tu foto y eso bastaba para sentir que había esperanza y que podía superarlo.
—¿De verdad?
—Sí, de verdad.
Había una persona que solía viajar conmigo y cuyo trabajo era llegar al hotel antes que yo y decorar la habitación entera con fotos de Shirley Temple. Estuve haciendo eso muchos años, y él
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se encargaba de decorar todas las paredes con fotos y recortes de ella para que cuando yo entrara en la habitación la viera; y también tenía su foto pegada con celo al espejo del camerino.
Al oírme contar aquello, Shirley se puso muy contenta y me dijo:
—Me encantas, quiero que nos conozcamos mejor. Quiero que me llames a menudo, ¿me oyes? —y luego me miró y añadió—: Siento mucho haber crecido.
—No te disculpes por eso —le contesté—, porque ya sé lo que es, a mí también me ha pasado.
En una ocasión estaba en un aeropuerto —no lo olvidaré nunca durante los días de mi vida— y una señora dijo:
—¡Ay, qué ilusión, los Jackson 5! ¡Qué emoción! ¿Donde está Michael, el pequeño?
—Soy yo, señora —le respondí.
—¡Aaaaj! ¿Pero qué ha pasado? —se espantó ella.
El hecho es que la gente quiere que sigas siendo pequeño toda la vida, pero tú vas creciendo y pasas por esa etapa rara y la gente se empeña en que no crezcas. A ella [Shirley Temple] le pasó también y eso acabó con su carrera en el cine. Yo en cambio evolucioné hacia otras cosas. La mayoría de los niños que alcanzan el estrellato de pequeños no llegan a evolucionar porque se convierten en seres autodestructivos, se destruyen a sí mismos por culpa de la presión.
(Sobre escapadas al cine)
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MJ: Elizabeth Taylor es como una niña, y como diga «no quiero hacer eso», no hay quien la saque de ahí... Cuando se estrenó la película de animación Bichos me estuvo dando la lata durante días para que me organizara los compromisos de manera que pudiéramos ir juntos a verla. ¡Total!, que ahí nos tienes a los dos en un cine a eso de la una de la tarde. Elizabeth me obliga a salir todos los jueves porque dice que soy demasiado ermitaño y a esa hora todo el mundo está trabajando así que nadie nos molesta aunque vayamos a un cine normal… que al final nunca pagamos… Es que ya… vamos sin dinero… Bueno, nada más vernos exclaman: «¡Santo Dios, Elizabeth Taylor y Michael Jackson!». Hasta nos invitan a palomitas, a todo. A ella le encantó Bichos y también le entusiasma Neverland: se sube al carrusel y a la noria, pero en las atracciones que dan más miedo no.
(Sobre sus problema con la alimentación)
Durante esa gira [Dangerous] ella [Eizabeth Taylor] me estuvo dando de comer porque yo no quería: cuando me disgusto dejo de comer, a veces hasta me desmayo. [La razón de su disgusto era que se habían presentado las acusaciones por abuso de menores mientras estaba de gira en 1993.] Agarró una cuchara y me obligó a abrir la boca y a comer; dijo que no pensaba dejarme ir a ninguna parte sin ella aunque sus médicos le aconsejaban que no viajase. Siguió la gira conmigo hasta Tailandia y luego a Londres donde estuve escondido en casa de Elton John, que se portó muy bien conmigo, es una de las personas más maravillosas que conozco. Él y yo nos
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encargamos de todos los gastos médicos de Ryan White, aquel niño que contrajo el SIDA por una transfusión y lo expulsaron del colegio.
Al final me tuvieron que alimentar por vía intravenosa. A veces me dan estas crisis graves con la comida, no puedo comer nada durante semanas, pero me alimento de alguna forma para mantener el peso. Lo que me echa para atrás es que no me gusta la idea de comerme nada que haya estado vivo y luego acaba muerto en mi plato. Me gustaría ser vegetariano estricto, pero los médicos siempre están insistiendo en que coma pollo y pescado.
(Sobre sus cuidados al niño que lo acusó)
MJ: Hablé con Gavin [su futuro acusador] ayer por la noche y me dijo:
—Michael, no sabes lo que me duele, me duele muchísimo —y luego se puso a llorar por el teléfono y añadió—: Sé que me comprendes, que entiendes cómo me siento. Me duele tanto...
—¿Cuántas sesiones más te faltan? —le pregunté.
—Creo que cuatro, pero el médico ha dicho que igual tengo que hacer más después.
Se ha quedado sin pestañas y sin cejas y sin pelo… ¡Es que no nos damos cuenta de la suerte que tenemos!, ¿no te parece?
SB: ¿Tienes la impresión de que cuando hablas con gente como Gavin parte de su dolor desaparece?
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MJ: Desde luego, sí, sí. Porque, cada vez que hablo con él, luego está más animado. Cuando hablé con él ayer por la noche me dijo:
—Te necesito, ¿cuándo vas a venir?
—No lo sé —respondí.
—Te necesito, Michael.
Luego me llamó «papá» y yo le dije:
—Mejor le preguntas a tu padre si le parece bien que me llames así.
—¡Papá!, ¿te parece bien que llame «papá» a Michael? —gritó él entonces.
Al poco se oyó la voz del padre a lo lejos: «Sí, sí, no hay problema, lo que tú quieras». Los niños siempre hacen esas cosas, y me alegra que se sientan tan a gusto conmigo.
SB: ¿Te ves un poco como el padre universal de todos los niños del mundo y como alguien que tiene la habilidad de quererlos y apreciarlos de un modo especial?
MJ: Siempre tengo muy presente que no quiero hacer nada que pueda despertar los celos de los padres porque a menudo pasa algo como lo que te he contado y a los padres les choca —no tanto como a las madres—, así que siempre les digo a los padres: «No estoy intentando ocupar tu puesto ni nada parecido, sólo quiero ayudar y ser tu amigo». Lo que ocurre es que los niños acaban enamorándose de mi personalidad y eso a veces luego me trae problemas, pero yo lo único que pretendo es ayudar.
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SB: Te he preguntado antes sobre lo que los padres pueden aprender de los hijos y has identificado unas cuantas cosas como amor y diversión, inocencia, alegría. ¿Qué otras cosas podemos aprender de los niños? Por ejemplo, cuando estás con Gavin, ¿qué aprendes de él? ¿Estás a su lado simplemente porque quieres ayudar a un niño con cáncer o además te llevas tú algo de la experiencia? ¿Es sencillamente un ejercicio de compasión hacia un niño que tiene un problema o sientes que esta es la razón de tu existencia?
MJ: Siento que esto es algo que mi corazón de verdad de verdad de verdad me dice que tengo que hacer, y siento que es maravilloso dar amor, y sé que es lo que necesitan. He oído a médicos —a sus médicos también— decir que es milagroso lo mucho que ha mejorado, y yo sé lo importante que es la magia del amor. Es un niño al que le han robado la infancia y yo, por mi pasado, entiendo muy bien lo que es eso. Cuando tú tenías diez años no andabas pensando en el cielo ni en cómo vas a morir, seguro, pero él en cambio está pensando en todas esas cosas. Y he visto a Ryan White en el comedor de mi casa diciéndole a su madre: «No me pongas un traje y una corbata, quiero que me pongas vaqueros y una camiseta». Yo me excusé, «disculpadme un minuto, tengo que ir al baño», y me marché corriendo al cuarto de baño a llorar. ¡Imagínate!: un niño de doce años diciéndole a su madre como quiero que lo vista para su propio entierro. Se lo oí decir, tal cual. ¿Cómo no iba a derretírseme el corazón al presenciar algo así?
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SB: Como tú no tuviste infancia, ahora tratas de ofrecérsela como regalo a todos esos niños, ¿crees que consigues sanar tus propias heridas al hacerlo?
MJ: Sí, claro que sí. Eso es, eso es. Porque para mí lo es todo. Necesito esto para seguir viviendo.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

michael es la mejor persona del mundo eso lo sabemos todos lamento que no halla mas personas como el michael eres el ejemlpo a seguir por todos por ello mi abmiracion y cariño para siempre

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