Adiós al sedante que mató a Michael Jackson




La compañía farmacéutica Teva, que tiene su sede central en la ciudad israelí de Petah Tikva, ha dejado de fabricar el sedante Propofol, que el pasado año apareció vinculado a la muerte de Michael Jackson después de que los estudios forenses encontraran niveles “letales” de ese medicamento en el cadáver del rey del pop.
Según la portavoz de Teva, Denise Bradley, el coste de producción del fármaco es muy alto y sus beneficios escasos. A ello hubo que sumar en 2009 problemas de manufacturación, que obligaron a la empresa a retirar del mercado varios lotes contaminados por una bacteria que afectaron la salud de 40 pacientes de Florida, Arizona y Missouri.
El Propofol ha acumulado además tras de sí una avalancha de 250 demandas civiles después de que, en 2008, se le relacionara con un brote de hepatitis C que infectó, al menos, a 114 personas. A principios de este mes, según informaba ayer el diario Yedioth Ahronot de Tel Aviv, un tribunal ordenó a Teva pagar 356 millones de dólares a un hombre que alegó haber contraído esa enfermedad a través de un vial de Propofol. La compañía ya ha anunciado que recurrirá la sentencia.
Teva puso fin de hecho a la fabricación del medicamento a medios de abril, aunque todavía tiene pendiente vender las reservas. Hospira Inc, también fabricante, ya suspendió la manufactura. Ante la escasez del anestésico, el más utilizado en Estados Unidos, la Administración norteamericana de Medicamentos y Alimentos (FDA en sus siglas en inglés) ha autorizado la importación de una versión aprobada en Europa, suministrada por la farmacéutica APP.
Documentos del Instituto de Medicina Forense de Los Ángeles aseguraron en agosto de 2009 que Michael Jackson presentaba “niveles letales” del poderoso anestésico Propofol cuando murió de un paro cardiaco dos meses atrás. Según la investigación, durante la noche previa al fallecimiento, el médico personal del cantante, Conrad Murray, administró a Jackson valium para que pudiera conciliar el sueño, aunque posteriormente, ante la falta de efectos, añadió una dosis de Lorazepam y otra de Midazolam. A petición del paciente, el cardiólogo terminó inyectándole 25 miligramos de Propofol por la mañana, una o dos horas antes de que colapsara en su casa.

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