Confesiones del rey del pop
Han pasado tres semanas de que se conmemoró el primer aniversario luctuoso del Rey del Pop, y en México va por el segundo tiraje el libro "Confesiones de Michael Jackson: (Las cintas del rabino Shmuley Boteach", en cuyas 285 páginas muestran a la estrella como un ser humano con todas sus debilidades profesionales, amorosas y familiares, que lo definen a la vez en una persona reservada y pudorosa, pero siempre en la búsqueda de que la gente lo quisiera, lo amara; como no lo hizo ni su propio padre.
Con la traducción en español de Helena Álvarez de la Miyar, el libro está subdividido en ocho temas, que abre con el titulado "El niño famoso y Joe Jackson" y concluye con el tema "Sobre niños e inocencia". Aunque previo a esto, hay un segmento del rabino Shmuley, quien habla del Jackson que conoció, en tres bloques "Un relato moral", "Nuestra amistad" y "Sus demonios", que en este punto, Michael, según lo escrito en estas páginas, "Lo que más corrompió su vida y carrera, fue su creencia de que él no era como la gente normal, sino más elevado, más sensible y el que más sufría, por eso no se regía por las normas tradicionales del bien y el mal.
Su arrogancia no tenía límite, que lo llevó a un sinfín de cirugías estéticas".
También muestra a un Michael temeroso de su padre. En la etapa de los Jackson Five, se transcribe de las cintas que grabó el rabino de su voz que, "luego de haber grabado las canciones en el estudio, con muchas horas de cantar y cantar, toca mi padre a la medianoche la puerta que yo le puse el cerrojo, para gritarme que si ya había firmado el contrato. Y me respondió: 'Si no firmas, te vas a enterar de lo que es bueno'. Yo le contesté; y él me empujó y me golpeó con todas sus fuerzas. Era un hombre muy fuerte". Así, estos golpes de niño le dejaron cicatrices no sólo físicas sino del alma, que provocaron que en vez de querer a su padre le tuviera miedo.
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