Desde aquel nefasto episodio en los MTV Video Music Awards del 2009 en el que le arrebató el micrófono a Taylor Swift cuando iba a agradecer por su premio al Mejor Vídeo de artista femenina, muchos dudamos de la sanidad mental y el coeficiente intelectual de Kanye West. Hoy, al menos a mí me ha convencido de que algo en su linda cabecita no va bien, ya que ha dicho que quiere ser el próximo Michael Jackson.
Por supuesto, él no considera que este delirio sea un simple deseo, sino más bien una “responsabilidad”. De hecho, está convencido de que debe inspirar a esta nueva generación, tal como Michael lo hizo con las anteriores. Su meta es llenar el vacío que el Rey del Pop dejó y crear algo tan inspirador como su música.
Por el momento, lo único que ha logrado con esta ridícula idea es no dormir por las noches, esperando que alguna genialidad se introduzca por su gran bocota hasta su cerebro. No hace falta aclarar que es muy difícil que eso suceda, pero él piensa seguir intentándolo.
Mientras, se dedica a proclamar por todos lados que es un artista hecho y derecho y a denigrar a quién se le ocurra, sólo por un poco de atención de los medios. Aunque, si tomamos en serio lo que dice (ojalá fuera una broma), lo que necesita es atención médica.
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