Era uno de esos días que Virginia sentía más que nunca la falta de su ídolo: Michael Jackson. Por ese motivo decidió esa tarde, viajar hacia el estadio donde lo había visto la última vez, hacía unos años.
Al llegar sintió una opresión en el pecho y comenzó a buscar el lugar donde a ella le parecía que había estado ubicada. Se sentó en el pasto y perdió la noción del tiempo. Por un momento creyó verlo de nuevo, bailando en el escenario. Se imaginó que miles de fans la rodeaban, que gritaban, lloraban y aplaudían. Virginia se recordó a sí misma, burlando la vigilancia y acercándose a Michael, él no pareció sorprenderse, solo se sonrió cuando ella lo abrazó y nunca dejó de cantar. La muchacha evocó ese momento recordando como lo apretaba y besaba, Michael también la abrazaba suavemente como si sus manos fueran de seda. Sintiendo la fragancia de su cuerpo que olía a paisaje agreste. Pensó que se hubiera podido quedar prendida a su pecho eternamente, sin que él la rechazara. Hasta que un guardia la arrancó de su lado.
Cuando Virginia volvió a la realidad, notó que la noche había llegado y que el estadio estaba vacío. Se sintió tan triste que se puso a llorar desconsoladamente, cuando se repuso se dio cuenta que la lluvia era inminente. Se incorporó para regresar a su hogar y en ese momento un hombre pasó corriendo, casi rozándola. La joven lo siguió porque le vio cierto parecido a Michael. ¿Acaso estaba enloqueciendo? ¿y si era un delincuente huyendo de la policía? El muchacho seguía corriendo y ella, lo perseguía a cierta distancia y cuando creyó que iba a perderlo de vista, la joven también comenzó a correr, en ese momento empezó a llover.
Al llegar sintió una opresión en el pecho y comenzó a buscar el lugar donde a ella le parecía que había estado ubicada. Se sentó en el pasto y perdió la noción del tiempo. Por un momento creyó verlo de nuevo, bailando en el escenario. Se imaginó que miles de fans la rodeaban, que gritaban, lloraban y aplaudían. Virginia se recordó a sí misma, burlando la vigilancia y acercándose a Michael, él no pareció sorprenderse, solo se sonrió cuando ella lo abrazó y nunca dejó de cantar. La muchacha evocó ese momento recordando como lo apretaba y besaba, Michael también la abrazaba suavemente como si sus manos fueran de seda. Sintiendo la fragancia de su cuerpo que olía a paisaje agreste. Pensó que se hubiera podido quedar prendida a su pecho eternamente, sin que él la rechazara. Hasta que un guardia la arrancó de su lado.
Cuando Virginia volvió a la realidad, notó que la noche había llegado y que el estadio estaba vacío. Se sintió tan triste que se puso a llorar desconsoladamente, cuando se repuso se dio cuenta que la lluvia era inminente. Se incorporó para regresar a su hogar y en ese momento un hombre pasó corriendo, casi rozándola. La joven lo siguió porque le vio cierto parecido a Michael. ¿Acaso estaba enloqueciendo? ¿y si era un delincuente huyendo de la policía? El muchacho seguía corriendo y ella, lo perseguía a cierta distancia y cuando creyó que iba a perderlo de vista, la joven también comenzó a correr, en ese momento empezó a llover.
Virginia se guareció debajo de un árbol añoso de grueso tronco y jadeando se apoyó en él. Estaba exhausta de tanto correr y trató de tomar aliento. Se sintió ridícula, debía salir de allí para encaminarse hacia su casa, aunque se mojara. Fue en ese momento que escuchó unos sollozos de alguien que estaba muy cerca, sigilosamente dio la vuelta al árbol y vio a un hombre con las manos en su rostro y llorando. Virginia tomó coraje y le preguntó.
-¿Quién eres y por qué lloras?
El hombre bajó sus brazos, mirándola y a la luz de un relámpago pudo ver su rostro.
-¡Michael! ¿De dónde vienes y por qué corres?
Al tiempo que ella le hacía estas preguntas, besaba las manos húmedas de Michael y lo escuchó decir.
-Me tienen cautivo, no sé por qué motivo y cada tanto me dejan en algún lugar por algunas horas, pero siempre me vigilan. Luego me vienen a buscar.
-¿Quiénes son Michael? ¿y que quieren de ti?
-Supongo que experimentan conmigo, ¡no sé, no sé!
Comenzaba a llover torrencialmente, y tuvieron que correr a refugiarse en una vieja fábrica abandonada. Se sentaron y Michael confesó tener mucho frío. Virginia lo abrazó y lo interrogó con amabilidad.
-¿Qué sucedió el día de tu muerte?
-Yo no tengo muchos recuerdos de ese día, solo que todo lo veía como a través de un velo, oía muchas conversaciones y personas rodeándome. Yo quería decir algo, pero no podía articular palabras. Escuchaba las voces de los niños, muy lejanas. Algunas caras me resultaron conocidas y estas personas me tomaban la mano para firmar papeles. Luego sentí que me trasladaban de un lugar a otro y yo me dejaba llevar.
Virginia no salía de su estupor y preguntó.
-¿Tú piensas que te internaron en alguna clínica? Porque todo lo que se escuchaba en ese momento era muy confuso, algunos dijeron que estabas en estado de coma, otros te dieron por muerto.
-Antes de seguir quiero saber como te llamas- la interrumpe Michael.
-Mi nombre es Virginia y vine hoy al estadio a recordar la última vez que vi tu espectáculo.
-Dime Virginia, ¿tú me ves como a un muerto?
-¡Por supuesto que no!, a no ser que los muertos caminen, corran y hablen. Entonces…¿debo pensar que estás vivo?
-Espero que me creas si te digo que no lo sé, por eso estaba llorando, porque nadie me dice nada. Estoy en un lugar extraño y me hacen preguntas todo el tiempo, los hombres parecen normales y amables. Me tienen en una casa que está en una montaña y como ya te dije, a veces me suben a un aparato aéreo y luego me bajan en distintos lugares que yo no reconozco. Lo que me dicen siempre cuando me dejan es que camine pero que no trate de escapar, ya que ellos siempre saben donde estoy y que me encontrarán. Luego de unas horas cuando anochece me vienen a buscar.
-Dime Michael, ¿desde dónde estás puedes ver el mundo, es decir a tus niños, familiares y amigos? Tus admiradores viven recordándote y pidiendo justicia y castigo para tu asesino.
-Te diré una cosa nena, esos hombres me permiten ver todo por una cámara y si en verdad estoy muerto, es buena la experiencia de poder observar: en primer lugar, el amor de mis admiradores y por otro lado la maldad de los hombres que siguen mintiendo sobre mí. También la avaricia de los que se quedaron con el sacrificio de una vida de trabajo. Temo por el futuro de mis niños, porque tal vez cuando sean mayores no tengan nada. En cuanto a mis admiradores, hazles saber que me hubiera gustado que así como se movilizan hoy, que según dicen estoy muerto, me hubiera encantado recibirlos en mi casa cuando me retiré o que me llegara alguna carta. Días enteros de muchos años esperando una noticia vuestra, en mi inmensa soledad. Esos hombres me mostraron el homenaje que me hicieron, donde todos cantaban y, luego el funeral donde nunca pude comprender por qué todos se reían. Hicieron todo lo que yo no quería para mi final. Cuando lo vi, no sabía si reír o llorar.
-Sí Michael- dijo Virginia –y a nosotros no nos dejaron acercar al cementerio, tampoco vimos tu cuerpo. Debo decirte, tal vez tú ya lo sepas, que a los pocos días de este suceso, comenzaron a decir que habías fingido tu muerte. Nosotros nunca creímos que tú pudieras ser capaz de hacernos eso. ¿Verdad? Y decían también que tú siempre habías tenido ese plan.
-Decían, decían. Mira, quizás alguna vez yo lo pensé, para huir de todos y hacer una vida anónima junto a mis hijos. Eso no quiere decir que lo hubiera hecho pero no puedo saber, ya que no lo recuerdo, que otros no me hayan presionado para hacerlo y de no obedecer, poner en peligro a mis niños. Yo solo tengo teorías como vosotros. Esa noche me dormí, no sé cuanto tiempo y luego sentí que me sacaban de allí como ya te lo expliqué al principio.
-Yo no sé si tú sabes que se sospecha de tu médico, el doctor Murray, dicen que te mató con una sobredosis de propofol. Pero lo raro, es que este hombre goza de todos los privilegios en la justicia. ¿Cómo pudiste confiar en una persona que conocías de tan poco tiempo?
-Es increíble- dijo Michael mirando hacia fuera –como insultan mi inteligencia. Recuerdo a ese hombre, pero no recuerdo quien lo había enviado ni que hacía en mi casa. También me enteré por esos hombres que me tienen cautivo que la defensa de este doctor dice que pude haberme suicidado. Yo me pregunto si pueden creer que podría olvidarme que tenía tres niños que cuidar y que son lo que más amo. Yo no pensé en quitarme la vida nunca ni cometer excesos que pudieran llevarme a la muerte. ¡Yo quería vivir eternamente!- exclamó Michael muy enojado.
-¡Serénate!- lo consoló la muchacha -¿tú crees Michael que estás vivo o muerto?
-Te contestaré con otra pregunta ¿y tú, crees que estás viva o muerta?
-¡Me asustas Michael! Yo estoy viva.
-¿Y por qué crees eso?
-Porque me siento viva. Esta mañana me levanté, tomé mi desayuno y me dirigí a la universidad. Luego almorcé, hice las compras y vine hacia aquí. ¡Claro que estoy viva!
-¿Nunca pensaste que hay un hilo muy fino entre la vida y la muerte, y que no somos conscientes cuando ese hilo se corta? Tal vez cuando creemos estar vivos, en realidad estamos muertos y viceversa; o quizás al morir, seguimos caminando entre los vivos y éstos no se percatan de nuestra presencia porque su vista no tiene el alcance para vernos. ¿Lo pensaste alguna vez?- preguntó él.
-Amado Michael, tú eres un ser pensante y no todos lo somos.
Él salió del lugar donde se habían refugiado, miró hacia arriba y al entrar nuevamente dijo:
-Virginia, ya ha dejado de llover, creo que es tiempo de que vuelvas a tu casa porque pronto vendrán a buscarme.
-¿Volveré a verte?
-Si esas personas me dejan ir cuando obtengan lo que buscan de mí, tal vez puedas volver a verme. Por ahora, cada tanto me harán bajar y seguramente hablaré con otras personas. Si un día vuelvo definitivamente, ya no seré tan manso como antes y le haré frente a las cosas. Debo ver a mis niños y poner en claro muchos asuntos. Hoy sé quienes me amaron y quienes me odiaron y también quienes traicionaron mi amistad y mi confianza. Ahora, ¡abrázame fuerte!
Así lo hizo Virginia y nunca sintió tanta vida en un ser humano, luego le preguntó a Michael.
-¿Puedo contar que te vi?
-¿Y quién te creerá?, no olvides que la gente es más propensa a creer mentiras, que a creer verdades.
De pronto todo se iluminó, Michael le dijo a Virginia que se escondiera. Él salió muy apurado.
La joven no pudo con su curiosidad y se asomó para verlo, Michael caminaba hacia un extraño aparato redondo, plano y lleno de luces. Ella le gritó:
-¡Michael, te amo!
El rey del pop se dio vuelta antes de ascender y le contestó.
-¡Yo te amo mucho más!
Cuando Virginia vio el aparato que volaba sobre su cabeza pudo apreciar en la parte de abajo, el símbolo de la paz.
-¿Quién eres y por qué lloras?
El hombre bajó sus brazos, mirándola y a la luz de un relámpago pudo ver su rostro.
-¡Michael! ¿De dónde vienes y por qué corres?
Al tiempo que ella le hacía estas preguntas, besaba las manos húmedas de Michael y lo escuchó decir.
-Me tienen cautivo, no sé por qué motivo y cada tanto me dejan en algún lugar por algunas horas, pero siempre me vigilan. Luego me vienen a buscar.
-¿Quiénes son Michael? ¿y que quieren de ti?
-Supongo que experimentan conmigo, ¡no sé, no sé!
Comenzaba a llover torrencialmente, y tuvieron que correr a refugiarse en una vieja fábrica abandonada. Se sentaron y Michael confesó tener mucho frío. Virginia lo abrazó y lo interrogó con amabilidad.
-¿Qué sucedió el día de tu muerte?
-Yo no tengo muchos recuerdos de ese día, solo que todo lo veía como a través de un velo, oía muchas conversaciones y personas rodeándome. Yo quería decir algo, pero no podía articular palabras. Escuchaba las voces de los niños, muy lejanas. Algunas caras me resultaron conocidas y estas personas me tomaban la mano para firmar papeles. Luego sentí que me trasladaban de un lugar a otro y yo me dejaba llevar.
Virginia no salía de su estupor y preguntó.
-¿Tú piensas que te internaron en alguna clínica? Porque todo lo que se escuchaba en ese momento era muy confuso, algunos dijeron que estabas en estado de coma, otros te dieron por muerto.
-Antes de seguir quiero saber como te llamas- la interrumpe Michael.
-Mi nombre es Virginia y vine hoy al estadio a recordar la última vez que vi tu espectáculo.
-Dime Virginia, ¿tú me ves como a un muerto?
-¡Por supuesto que no!, a no ser que los muertos caminen, corran y hablen. Entonces…¿debo pensar que estás vivo?
-Espero que me creas si te digo que no lo sé, por eso estaba llorando, porque nadie me dice nada. Estoy en un lugar extraño y me hacen preguntas todo el tiempo, los hombres parecen normales y amables. Me tienen en una casa que está en una montaña y como ya te dije, a veces me suben a un aparato aéreo y luego me bajan en distintos lugares que yo no reconozco. Lo que me dicen siempre cuando me dejan es que camine pero que no trate de escapar, ya que ellos siempre saben donde estoy y que me encontrarán. Luego de unas horas cuando anochece me vienen a buscar.
-Dime Michael, ¿desde dónde estás puedes ver el mundo, es decir a tus niños, familiares y amigos? Tus admiradores viven recordándote y pidiendo justicia y castigo para tu asesino.
-Te diré una cosa nena, esos hombres me permiten ver todo por una cámara y si en verdad estoy muerto, es buena la experiencia de poder observar: en primer lugar, el amor de mis admiradores y por otro lado la maldad de los hombres que siguen mintiendo sobre mí. También la avaricia de los que se quedaron con el sacrificio de una vida de trabajo. Temo por el futuro de mis niños, porque tal vez cuando sean mayores no tengan nada. En cuanto a mis admiradores, hazles saber que me hubiera gustado que así como se movilizan hoy, que según dicen estoy muerto, me hubiera encantado recibirlos en mi casa cuando me retiré o que me llegara alguna carta. Días enteros de muchos años esperando una noticia vuestra, en mi inmensa soledad. Esos hombres me mostraron el homenaje que me hicieron, donde todos cantaban y, luego el funeral donde nunca pude comprender por qué todos se reían. Hicieron todo lo que yo no quería para mi final. Cuando lo vi, no sabía si reír o llorar.
-Sí Michael- dijo Virginia –y a nosotros no nos dejaron acercar al cementerio, tampoco vimos tu cuerpo. Debo decirte, tal vez tú ya lo sepas, que a los pocos días de este suceso, comenzaron a decir que habías fingido tu muerte. Nosotros nunca creímos que tú pudieras ser capaz de hacernos eso. ¿Verdad? Y decían también que tú siempre habías tenido ese plan.
-Decían, decían. Mira, quizás alguna vez yo lo pensé, para huir de todos y hacer una vida anónima junto a mis hijos. Eso no quiere decir que lo hubiera hecho pero no puedo saber, ya que no lo recuerdo, que otros no me hayan presionado para hacerlo y de no obedecer, poner en peligro a mis niños. Yo solo tengo teorías como vosotros. Esa noche me dormí, no sé cuanto tiempo y luego sentí que me sacaban de allí como ya te lo expliqué al principio.
-Yo no sé si tú sabes que se sospecha de tu médico, el doctor Murray, dicen que te mató con una sobredosis de propofol. Pero lo raro, es que este hombre goza de todos los privilegios en la justicia. ¿Cómo pudiste confiar en una persona que conocías de tan poco tiempo?
-Es increíble- dijo Michael mirando hacia fuera –como insultan mi inteligencia. Recuerdo a ese hombre, pero no recuerdo quien lo había enviado ni que hacía en mi casa. También me enteré por esos hombres que me tienen cautivo que la defensa de este doctor dice que pude haberme suicidado. Yo me pregunto si pueden creer que podría olvidarme que tenía tres niños que cuidar y que son lo que más amo. Yo no pensé en quitarme la vida nunca ni cometer excesos que pudieran llevarme a la muerte. ¡Yo quería vivir eternamente!- exclamó Michael muy enojado.
-¡Serénate!- lo consoló la muchacha -¿tú crees Michael que estás vivo o muerto?
-Te contestaré con otra pregunta ¿y tú, crees que estás viva o muerta?
-¡Me asustas Michael! Yo estoy viva.
-¿Y por qué crees eso?
-Porque me siento viva. Esta mañana me levanté, tomé mi desayuno y me dirigí a la universidad. Luego almorcé, hice las compras y vine hacia aquí. ¡Claro que estoy viva!
-¿Nunca pensaste que hay un hilo muy fino entre la vida y la muerte, y que no somos conscientes cuando ese hilo se corta? Tal vez cuando creemos estar vivos, en realidad estamos muertos y viceversa; o quizás al morir, seguimos caminando entre los vivos y éstos no se percatan de nuestra presencia porque su vista no tiene el alcance para vernos. ¿Lo pensaste alguna vez?- preguntó él.
-Amado Michael, tú eres un ser pensante y no todos lo somos.
Él salió del lugar donde se habían refugiado, miró hacia arriba y al entrar nuevamente dijo:
-Virginia, ya ha dejado de llover, creo que es tiempo de que vuelvas a tu casa porque pronto vendrán a buscarme.
-¿Volveré a verte?
-Si esas personas me dejan ir cuando obtengan lo que buscan de mí, tal vez puedas volver a verme. Por ahora, cada tanto me harán bajar y seguramente hablaré con otras personas. Si un día vuelvo definitivamente, ya no seré tan manso como antes y le haré frente a las cosas. Debo ver a mis niños y poner en claro muchos asuntos. Hoy sé quienes me amaron y quienes me odiaron y también quienes traicionaron mi amistad y mi confianza. Ahora, ¡abrázame fuerte!
Así lo hizo Virginia y nunca sintió tanta vida en un ser humano, luego le preguntó a Michael.
-¿Puedo contar que te vi?
-¿Y quién te creerá?, no olvides que la gente es más propensa a creer mentiras, que a creer verdades.
De pronto todo se iluminó, Michael le dijo a Virginia que se escondiera. Él salió muy apurado.
La joven no pudo con su curiosidad y se asomó para verlo, Michael caminaba hacia un extraño aparato redondo, plano y lleno de luces. Ella le gritó:
-¡Michael, te amo!
El rey del pop se dio vuelta antes de ascender y le contestó.
-¡Yo te amo mucho más!
Cuando Virginia vio el aparato que volaba sobre su cabeza pudo apreciar en la parte de abajo, el símbolo de la paz.
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