Así se hizo «We are the world»
Alba Editorial publica «Michael Jackson, la magia y la locura, la historia completa», biografía actualizada y definitiva del rey del pop
«Michael Jackson, la magia y la locura, la historia completa» es el título de la biografía del rey del pop escrita por J. Randy Taraborrelli que ahora publica Alba Editorial. Taraborrelli entrevistó en varias ocasiones a la estrella, fallecida en junio pasado a los 50 años. Aquí se ofrece el capítulo dedicado a una de sus iniciativas de mayor repercusión.
2 J. RANDY TARABORRELLI En enero de 1985, la gira «Victory» ya era historia. Aunque no había sido una experiencia fácil, Michael encontró un caldero de oro al final del arco iris: Chuck Sullivan le dio 18 millones de dólares, en efectivo, para desarrollar una línea de ropa. Michael apenas había llegado a tener algunas prendas en las tiendas, que no se vendieron, cuando Chuck entró en bancarrota y así se quedó con los 18 millones.
Los Jacksons hicieron mucho dinero con la gira «Victory», aunque los promotores no podían decir lo mismo. Cada hermano ganó unos siete millones, un sexto de lo recaudado una vez deducidos todos los gastos. Michael donó su parte a la beneficencia; sus hermanos gastaron la suya en un estilo de vida fastuoso y, en pocos años, tuvieron que volver a trabajar. Michael no volvió a salir de gira nunca más con sus hermanos, aunque ellos repetidamente trataron de convencerlo de hacer «solamente una gira más».
A su regreso a la casa de Encino, una de las primeras cosas que hizo Michael fue subir al Mercedes-Benz 450 SEL negro de La Toya y salir a toda velocidad sin ningún guardia de seguridad. Sencillamente quería un poco de libertad, ¡como si eso fuera posible! Como siempre, había un par de decenas de fans en la entrada, esperando a alguien que tuviera aspecto de Jackson. Nunca soñaron que, de hecho, podrían echarle un vistazo a Michael Jackson. Cuando lo vieron salir por el portón, subieron a sus coches y lo siguieron en una frenética persecución. Michael trató de despistarlos, pero fue en vano. Ya casi estaba en la casa de Quincy Jones, a kilómetros de distancia, cuando el vehículo se quedó sin combustible. Michael saltó del coche, dejándolo en medio de la calle, y corrió algunas manzanas, mientras sus admiradores lo perseguían, hasta que llegó a la casa de Quincy, donde halló refugio.
Tras la gira «Victory», Michael se involucró en «We are the world», el histórico esfuerzo para alimentar a los hambrientos de Etiopía. Durante algún tiempo, Harry Belafonte había estado haciendo planes para reunir a las máximas figuras del espectáculo con la finalidad de grabar un disco cuyas ganancias se destinarían a una fundación sin fines de lucro, USA for Africa, para alimentar a las masas famélicas. Además de proveer de alimentación de urgencia, ayuda médica y programas de desarrollo sostenible a las zonas damnificadas de África, la empresa también reservaba fondos para mitigar la pobreza en Estados Unidos. Harry contactó con Ken Kragen, un empresario del espectáculo con experiencia en ese tipo de campañas para preguntarle si podía contar con el apoyo de sus clientes Kenny Rogers y Lionel Ritchie en el proyecto. Kenny y Lionel, a su vez, obtuvieron la colaboración de Stevie Wonder para añadirle más renombre a la iniciativa. Lionel telefoneó entonces a Michael para pedirle que participara en la grabación. Él respondió que no sólo quería cantar la canción, también quería ayudar a Lionel a escribirla.
Michael siempre había sentido empatía por las personas que padecían hambre, desamparo y enfermedad, especialmente los niños. Frank Dileo ha relatado muchas historias conmovedoras sobre la influencia de Michael en los niños que están agonizando. Algo inexplicable en el interior de Michael lo hacía capaz de llegar a los niños al borde de la muerte; su presencia era como una especie de bálsamo. Era uno de los dones que Michael más valoraba de sí mismo.
Por ejemplo, una noche, después de un espectáculo, le trajeron a Michael a un niñito en una camilla que sufría de un tumor cerebral y cáncer en la columna. Cuando le acercaron el niño, Michael le cogió una mano y la apretó con fuerza. El niño sonrió. Frank Dileo dio media vuelta y rompió a llorar. «No teme enfrentarse al peor sufrimiento y logra encontrar allí, aunque sea mínimo, algo positivo y hermoso», concluyó Frank.
Seth Riggs, el maestro de canto que viajaba con Michael en las giras, recordaba: «Todas las noches venían niños en camillas, tan enfermos que apenas podían levantar la cabeza. Michael se arrodillaba al lado de las camillas y acercaba su cabeza a la de ellos para que los fotografiaran juntos. Luego les regalaba una copia para que recordaran el momento. Yo no podía soportarlo. Me iba al baño a llorar. Los niños se animaban en su presencia. Si les daba energía para que vivieran un par de días más, entonces, para Michael, valía la pena».
Lionel Ritchie fue a Hayvenhurst todas las noches durante una semana, y allí él y Michael se aislaban en la habitación de este último para trabajar en la letra y las melodías de «We are the world». Querían lograr una especie de himno, una canción que fuera tan fácil de cantar como memorable. Aunque Michael y Lionel nunca lo han dicho públicamente, La Toya -que los vio trabajar- afirma que Lionel sólo escribió un par de versos de la canción. Ella sostiene que el 99 por ciento de la letra fue escrita por Michael, «pero él nunca sintió que fuera necesario decirlo». La letra y la melodía estuvieron terminadas para el 21 de enero de 1985, justo la noche anterior a la sesión de grabación.
Mientras Michael y Lionel componían, Ken Kragen se ocupaba de preparar el elenco estelar: Bruce Springsteen, Tina Turner, Bette Midler, Billy Joel, Ray Charles, Diana Ross, Dionne Warwick, las «Pointer Sisters», Stevie Wonder, Cyndi Lauper, Willie Nelson, Smokey Robinson, Bob Dylan y muchos otros, en total cuarenta y cinco artistas. Otros cincuenta tuvieron que ser dejados de lado para evitar que el proyecto se volviera demasiado engorroso y difícil de manejar. Michael le pidió a La Toya que apareciera, y ella lo hizo. (Apareció junto a Bette Midler.) Marlon, Jackie, Tito y Randy también estuvieron allí.
Quincy Jones se tomó una pausa en la producción de la película «El color púrpura» para producir y arreglar (junto a Tom Bahler) el tema de Jackson y Richie en los estudios A&M en Hollywood. Debido a que los premios American Music se habían entregado esa misma noche, muchos de los artistas llegaron directamente desde la fiesta. Lo primero que veían era un cartel fuera del estudio A: «Por favor, dejen colgados sus egos en la entrada». Era sorprendente que tantos artistas de tan diversos perfiles y renombre individual fueran capaces de hacer eso: que no hubiera vanidades. Diana Ross no pudo ocultar su entusiasmo y pidió autógrafos a las otras estrellas. Las «Pointer Sisters» tomaron fotos de Michael. «Nunca antes experimenté esa poderosa sensación de comunidad», observó Kenny Logins.
Alrededor de las diez de la noche, la reunión se volvió solemne. Ken Kragen se dirigió al grupo para asegurarles a todos que el dinero generado por la grabación llegaría, de verdad, «a los lugares que correspondían». Bob Geldorf, el líder de los «Boomtown Rats» y organizador del evento benéfico musical «British Band Aid», del que salió el sencillo «Do They Know It's Christmas?» contó sobre sus visitas a Etiopía. Dos mujeres etíopes, cuya presencia había sido concertada por Stevie Wonder, informaron sobre el horrible sufrimiento en ese país.
Finalmente, Michael se dirigió al conjunto de estrellas. Con mucha tranquilidad y un tanto torpemente, explicó que la canción que Lionel y
él habían compuesto era «una canción de amor para inspirar preocupación sobre un lugar lejano cerca de casa».
Las pistas de la música habían sido grabadas ese día más temprano, de modo que sólo era cuestión de realizar ajustes a la letra. «¿Debería ser "brighter day" ("día más brillante") o "better day" ("día mejor")?», y de añadir las voces. Michael les enseñó a los artistas la melodía y la letra -a la mayoría se le habían enviado grabaciones de demos de la canción, tocada por Michael-, y trabajó con ellos en los arreglos vocales.
Si bien Michael Jackson era parte esencial del proyecto, también quedó muy aislado de él. Mientras que todos los demás presentes fueron filmados (por seis cámaras) cantando «We are the world», el solo de Michael fue grabado después, en privado, y añadido a la versión final. En ningún momento se quitó las gafas de sol. Alguna gente supone que eligió no grabar con el resto debido al temor que le inspiraba cantar ante sus famosos colegas. Singularmente perfeccionista, sentía que no podía actuar desplegando al máximo su capacidad frente a ellos. Otros ofrecen una explicación más cínica: a Michael le gustaba sentir que era distinto de todos y enfatizaba esa diferencia erigiendo barreras entre él y sus fans, sus iguales y su familia. Desde luego, en el vídeo de «We are the world» la toma de Michael empieza con sus zapatos Bass Weejun y su marca registrada, los calcetines de lentejuelas, y luego sube hacia arriba hasta su rostro cuidadosamente maquillado, todo según las directivas del propio Michael. «La gente sabe que soy yo nada más ver los calcetines -dijo, orgulloso, y en eso estaba en lo cierto. Luego añadió con una sonrisa-: Traten de filmar los calcetines de Bruce Springsteen y fíjense si alguien sabe a quién pertenecen».
La sesión de grabación y filmación en vídeo llevó toda la noche. Quién cantaría qué y con quién fue decidido un par de días antes por Lionel Richie, el productor Quincy Jones y el arreglista Tom Bahler. Algunos de los interesantes dúos fueron los de Tina Turner y Billy Joel, Dionne Warwick y Willie Nelson, y, por supuesto, Diana Ross y Michael Jackson. El único pequeño detalle que no resultó tal como estaba planeado fue el dúo entre Michael y Prince. A Michael no le gustaba Prince, pero, siendo un asunto de beneficencia, accedió a cantar con él. Sin embargo, Prince no apareció. A las seis de la mañana siguiente llamó al estudio para preguntar si podía ir y tocar una parte de guitarra. Quincy le dijo que era demasiado tarde.
Hacia las siete y media de la mañana, el trabajo estaba concluido y los artistas empezaron a irse. «Michael estaba tan exhausto como todos -informó Jeffrey Osborne-. No dijo mucho, tal vez algo acerca de que estaba muy contento, pero se notaba que estaba encantado». «Esperaba ver más vanidades en acción -informó Paul Simon-. "El Enguantado" se encuentra con "El Jefe" y cosas por el estilo, pero sencillamente no ocurrió.»
«Simplemente, desearía que esta noche no terminara nunca», dijo Diana Ross al abrazar a Tina Turner.
Todos los participantes en la sesión de grabación de «We are the world» parecían compartir los sentimientos de Diana. El espíritu suave, elevado, que tiene la canción también alcanzó a las emociones del público cuando finalmente fue puesta a la venta. La partida inicial de 800.000 discos se agotó en tres días. La canción fue número 1 en Estados Unidos durante un mes, y también pasó un par de semanas en el primer puesto en el Reino Unido, así como en otros países. El vídeo de «We are the world» se adecuaba muy bien al espíritu benevolente de la iniciativa y ayudó a vender en total cuatro millones de discos, lo que generó unos ocho millones de dólares para el fondo USA for Africa.
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