LOS ÁNGELES |
El director de logística de Michael Jackson, Alberto Álvarez, describió hoy la dramática escena que vivió en la habitación del cantante en sus últimos momentos, cuando la hija del músico, Paris, gritaba llorosa y el médico recogía restos de fármacos.
Álvarez, el primer testigo en declarar en la tercera jornada del juicio por la muerte del "rey del pop", fue una de las primeras personas que llegó al dormitorio del creador de "Thriller", cuando el doctor Conrad Murray acusado de homicidio involuntario en este caso, alertó de que su paciente había tenido una "mala reacción".
El testigo explicó que vio a Jackson tumbado sobre una cama boca arriba con la cabeza mirando hacia la puerta, los ojos y la boca abierta.
Álvarez aseguró que Murray comenzó a hacer compresiones con la mano izquierda sobre el pecho de Jackson mientras este seguía sobre el colchón, instante en el que le apremió a buscar ayuda.
"Alberto, deprisa, tenemos que conseguir una ambulancia y llevarlo a un hospital", dijo Álvarez, repitiendo las palabras de Murray en aquellos momentos.
En ese instante Paris, la hija de Jackson, de trece años, entró en el cuarto con su hermano Prince, de catorce, y gritó "¡papi!" entre lágrimas.
"No les dejes ver a su padre así", recordó Álvarez que le pidió Murray.
"No se preocupen, todo va a salir bien, nos ocupamos de esto", les dijo mientras los sacaba de la habitación Álvarez, quien se encargó de llamar a los servicios de emergencia.
Acto seguido, según el testigo, el médico agarró un puñado de frascos que estaban en una mesilla de noche junto a la cama.
"Pon esto en una bolsa", afirmó Murray, según Álvarez.
Álvarez señaló que Murray metió los recipientes en la bolsa y le requirió que a continuación quitara una bolsa que colgaba de un gotero que había en la estancia y la pusiera en otra bolsa.
El director de logística siguió las instrucciones, que entendió que respondían a una "emergencia" y tenían "las mejores intenciones".
El empleado de Jackson observó que dentro de la bolsa del gotero había un frasco que fue identificado en la Corte hoy como un bote de propofol, anestésico que la autopsia determinó como la causa de la muerte del "rey del pop".
Álvarez relató que el líquido que había en esa bolsa era de color blanco, una descripción que encaja con la sustancia que solía usar el artista para dormir y que llamaba su "leche".
El testigo relató que cuando vio a Jackson, este no tenía ningún dispositivo intravenoso conectado a su cuerpo, aunque sí unos tubos en sus fosas nasales, así como una botella de oxígeno.
Jackson tenía también un catéter urinario, según Álvarez.
La acusación sostiene que Conrad Murray actuó con una "flagrante negligencia" en el cuidado de Michael Jackson y su mala praxis llevó directamente a la muerte del artista por sobredosis de medicamentos, unas evidencias que la Fiscalía entiende que el doctor trató de ocultar antes de que llegaran los servicios de emergencia.
La defensa de Murray alega que fue el propio Jackson, a quien señalan de adicto a los fármacos, quien en un descuido del médico se aplicó la dosis letal de propofol que lo mató.
Conrad Murray, de 58 años, se declaró no culpable de los cargos y afrontaría una pena de hasta 4 años de cárcel si recibe una sentencia condenatoria.